sábado, 7 de septiembre de 2019

TRABAJOS LIBRES - Ricardo Carlino


TERRITORIOS Y FRONTERAS EVOLUTIVAMENTE MÓVILES
PROVINCIAS DEL ESTADO PSICOANALÍTICO 

Ricardo Carlino[1]


Introducción

Esta presentación pretende ser una lectura epistemológica de lo que percibo que está aconteciendo en la práctica clínica de los psicoanalistas de Argentina y de otras regiones latinoamericanas. Pretendo también aportar a una propuesta de la misma naturaleza.

Muchas personas que demandan asistencia psicológica no siempre recurren a un profesional según sus antecedentes de formación sino con la idea de que consulta a “un/a psicólogo/a” o un/a psicoanalista, nombres estos de uso genérico y no específico.  

El hecho de que para tal o cual padecimiento esté indicado un psicoanálisis no es por ello equivalente a indicarlo automáticamente a una persona con dicho padecimiento, pues la unión de ambas categorías complejiza al objeto en cuestión y, por tanto, a la estrategia comprensiva de su abordaje terapéutico.

El psicoanálisis como eje comprensivo.

Desde mediados de los 50’, en Argentina fue incorporándose la comprensión psicoanalítica en la mente de algunos destacados y progresistas médicos, psiquiatras y psicoanalistas para ser aplicada en los tratamientos clínicos de los pacientes hospitalarios internados y ambulatorios.

Algo similar sucedió en el ámbito educativo en la comprensión de la problemática de los alumnos con problemas de atención, aprendizaje y/o de comportamiento.
Todo lo observado en nuestro medio sobre los distintos abordajes terapéuticos psicológicos conducido por psicoanalistas bien formados, me lleva a percibir y a concebir al psicoanálisis como un cuerpo teórico troncal del cual se desprenden y siguen abrevando distintas ramas, alguna de ellas bien consolidadas con algunos ejes teóricos de singularidad pertinente y también otros provenientes de otras disciplinas.

Para muchos analistas todo lo que no es un psicoanálisis clásicamente implementado entra en un “cajón de sastre” denominado “psicoterapia”. Es importante identificar la utilidad específica de cada elemento que hay en dicho cajón.

A fines del siglo XIX, época del incipiente desarrollo del psicoanálisis, éste era mirado de reojo pues se trataba del atrevido desarrollo de alguna de las piezas insignificantes del “cajón de sastre” de esa época, lo que, con su paulatina evolución resultó un original y creativo desprendimiento de las ciencias neurológicas y psicológicas reinantes en ese momento evolutivo el conocimiento. La escritura del “Proyecto…” debe haber tenido un sentido de continuidad neurológica y su no publicación su desprendimiento.

Hoy, con el psicoanálisis bien anclado en su praxis clínica, ésta ha venido evolucionando y, a la vez, desprendiendo auténticas semillas adaptadas con cierto o mucho grado de mutación genética para que encuentre fertilidad en los distintos “suelos” donde poder arraigarse y crecer hasta el límite de las posibilidades.

¿Podríamos equiparar esto a un cultivo hidropónico?

Para ser considerado como tal debiera encontrar un medio de cultivo que contenga los ingredientes que la planta necesita, en cambio, lo que aquí metafóricamente denomino “suelo” donde enraizar un psicoanálisis, nos lleva a tener en cuenta que “el psicoanálisis” es implementado por un psicoanalista, con la singularidad de su persona y con la de cada analizante. Las personas no son entes abstractos, sino que tienen cualidades singulares, que llevó a Eissler a definirlos con cierto grado de discapacidad por tener un déficit en el yo, no siempre aptas para la aplicación de un psicoanálisis crudo, que sólo existe en la teoría y no en la mente de cada psicoanalista. Ello lleva a operar sobre el objeto del psicoanálisis y sobre el cuerpo teórico técnico del mismo para lograr la fertilidad esperada. Un psicoanálisis adaptado a circunstancias y a personas que, todas, sin excepción, tienen características singulares, no debe por ello ser un psicoanálisis restringido sino un psicoanálisis apropiado que, es el único psicoanálisis válido.

Con esto estoy postulando al psicoanálisis como una rica y probada teoría del funcionamiento mental que se constituye e instituye como género originario, con diferentes especies en función de su necesidad adaptativa al analista y al “suelo” donde estas semillas psicoanalíticas puedan encontrar posibilidades de mutua fertilización. Si bien la calidad de cada semilla y suelo de cultivo delimita una superficie, los diferentes suelos no terminan exactamente dónde empieza el otro, sino que van delimitándose ya sea en un degradé de cualidades y también en núcleos de semillas y suelos heterogéneos intercalados. La realidad del suelo clínico nunca satisface la exigencia de una estricta y rígida concepción que es sólo teórica y que siempre está tamizada por la singularidad del analista que la aplica.


Tampoco resulta concebible que el psicoanálisis se implemente a una persona y ésta no influya ideológica y afectivamente en el sujeto implementador: tal la concepción de la contratransferencia, Racker, H. (1948, 1952) y Heimann, P. (1949, 1950) y la de la identificación y contraidentificación proyectivas de M. Klein y L. Grinberg y el enactment descripto por B. Joseph (Kaplan, A y Fagliano, A. 2017).


El psicoanálisis, a esta altura de su evolución, se observa que viene también siendo aplicado, con diferente formato y con disímil profundidad y finalidad psicoterapéutica por los propios analistas, lo que me lleva a concebir estas prácticas como una mutación del psicoanálisis subdividido en diversas especies, según sus diferentes implementaciones.

En el campo de lo teórico hubo también mutaciones, alguna de ellas fueron aportadas por destacados creadores. Entre nosotros tenemos  la “Teoría del campo” de los Baranger (W. y M., 1969, 2004), la introducción de las teorías de la comunicación en el psicoanálisis por David Liberman (1971), las teorías de “Género” desarrolladas por Glocer Fiorini, L. (2015), y los aportes a la teoría vincular liderados por Janine Puget (2015) e Isidoro Berenstein (2000 y 2001), así como las originales concepciones teórico-técnicas de David Rosenfeld (2015) sobre psicosis. Otra contribución, humilde y muy lejos de los desarrollos anteriores, propone un esbozo de enriquecimiento a una especie derivada del género Psicoanálisis: La Psicoterapia psicoanalítica institucional hospitalaria. (Carlino, R. et alt. 1994) presentada en un Ateneo de APdeBA.

En el campo de la clínica, luego de la digitalización de las comunicaciones, algunos psicoanalistas poco a poco fuimos construyendo un puente comunicativo que dio lugar a la posibilidad de tratamientos analíticos con pacientes que residen en lugares distantes de donde trabaja el analista. Carlino, R. 2010, 2011, Lutenberg, J. 2011, Scharff, J. y col. 2011, 2013, 2015.


En todo lo descrito hasta ahora, si bien encontramos diferentes terrenos, las “fronteras” entre ellos no se dibujan como neta línea divisoria sino más bien como ancha franja zigzagueante y difuminada, tema al que me referí en nuestro XXIV Simposio “El Psicoanálisis y sus Fronteras”, (Carlino, R. 2002) y en el Ateneo de APdeBA del 6 de noviembre 2018. En sendos artículos me refiero a lo que denominé “Tierra de nadie” en alusión a la aludida ancha franja existente entre un territorio y el contiguo diferente. En esta tierra sin pertenencia doctrinaria ni disciplinaria ocurren y transcurren experiencias creativas, en la que alguna de ellas deja una fértil enseñanza que, a la vez que acorta sus metas terapéuticas, amplía las posibilidades de adaptación del psicoanálisis para ser aplicado a la diversidad constitutiva de una población. Así viene sucediendo cuando es impartido clínicamente con ciertos pacientes, en nuestros consultorios, en el cyberanálisis, en hospitales, en instituciones privadas como el centro Liberman, en los centros de atención de otras instituciones de naturaleza psicoanalítica o cuando dialoga y se entremezcla con otras disciplinas (Carlino, R. 2012) desahogándose y enriqueciéndose por salir de un encierro en sí mismo. 

Claro que para aceptar esta afirmación es necesario deconstruir un paradigma que aún mantiene vigencia como ideal único y que encuentra posibilidades de aplicación en situaciones muy específicas. Mi crecimiento intelectual, mi experiencia clínica, lecturas de textos y el intercambio con colegas me fueron mostrando que el psicoanálisis clínico no es tan uniformemente universal, ni tan atemporal ni tampoco tan único.


Remarcando algunas vicisitudes evolutivas.
En las Obras Completas de Freud en un ensayo que se le atribuye (1904), pero sin nombre de autor, aparece como punto de partida del psicoanálisis la terapia catártica practicada por Breuer. Aquí se observa que, evolutivamente, el método de Breuer sufre un salto mutativo a partir del aporte fertilizante del pensamiento de Freud dando lugar al nacimiento del psicoanálisis al que, en esta presentación, lo ubico como un género, que viene recibiendo aportes evolutivos de acuerdo a quienes lo vienen pensando. De tanto en tanto se le agrega algún nuevo elemento fundante que produce agregados o cambios que afectan su óptica de apreciación y aplicación.

Así como los seres vivos presentan transformaciones morfológicas y cualitativas en función del suelo y entorno donde se desarrollan algo similar podemos concebir con la teoría y la técnica psicoanalíticas. Es por ello, a mi entender, pertinente considerar en la actualidad, al psicoanálisis como un género con variaciones y transformaciones de índole ideológica, cultural y epocal con subdivisiones provenientes de su aplicabilidad realizadas hasta el presente.

Con la intención de ir dibujando las derivaciones del psicoanálisis como género, al implementado en el ámbito del consultorio del analista, lo denominaré “office-análisis” y a la hoy practicada por algunos analistas a través de medios de telecomunicación: “cyber-análisis”. Ambos métodos poseen diferencias metodológicas dentro de una hermandad de fines, criterios y finalidades.

El cyber-análisis viene adquiriendo una definida identidad en función de las características derivadas de su propio cultivo abrevado en el género psicoanálisis.


Ampliando el espectro conceptual proveniente de las diversas mutaciones del común género “psicoanálisis” hoy tenemos diferentes ramas: “Psicoanálisis de niños, adolescentes, adultos, parejas, familias, grupos, vincular con dos modalidades operativas: “office-análisis” ya consagrado con su super centenaria práctica y el “cyber-análisis” hoy en paulatino desarrollo.

Con algunas de sus ramas se han realizado “injertos” en el campo de: la psiquiatría dinámica, la educación, la historia, la sociología y otras disciplinas que a su vez pueden devenir en otro género: “interdisciplina”. Dejo planteada aquí nuevamente la pregunta: ¿se observan fronteras entre ellos? Indudablemente sí las hay, salvo que todo esto nacido como “injerto” adquieran identidad en el Reino: Humanidades.


El tronco teórico conceptual del aludido género Psicoanálisis contiene una materia básica indudablemente freudiana del cual han ido mutando diversas semillas, halladas en las diferentes escuelas psicoanalíticas y en las híbridas aplicaciones de otras disciplinas. Esto nos enseña que una teoría y también su técnica de implementación que nace perteneciendo a un género puede devenir apta para otras aplicaciones diferentes para las que había sido diseñada originalmente.

Esta natural metamorfosis evolutiva, algunas veces no resulta un simple matiz agregado, sino que, de tanto en tanto, da un salto cualitativo. Al respecto, en esta época de la tecno cultura hay que considerar que los actuales desarrollos y posibilidades tecnológicas muchas veces superan la actual capacidad humana de una adecuada digestión y utilización, debido a que se observan excesos que están dañando en lugar de beneficiar. Ésta debe ser una de las ramas sociales que el actual psicoanálisis debe abarcar interdisciplinariamente con las ciencias políticas, económicas y sociales.

Un nuevo objetivo psicoanalítico tiene como tarea profundizar en el psiquismo de los denominados “refugiados” como problemática individual y también social y grupal.

Al psicoanálisis puede considerárselo como un ser viviente en permanente estado de desarrollo, con capacidad potencial de devenir en diversas ramas que lo adecue para operar adaptando sus fines a circunstancias, sin por ello perder su autenticidad.

La naturaleza de esta presentación me exime de exponer una lista anecdótica de momentos conmocionantes transformadores del cuerpo doctrinario del psicoanálisis, ya sea por agregación y/o por discrepancia, los que fueron aportando con cierta complejidad y también diversidad en las líneas del pensamisento analítico. Cuando esto sucede, en un comienzo las nuevas ideas introducidas perturban el confort de lo establecido (Aryan, A. y Carlino, R. 2012, 2013) pero, a su vez, abre una esperanza de conocimiento. Luego de ponerlas a prueba, puede que sean enriquecedoras por haber agregado y contribuido a la complejidad comprensiva del psicoanálisis.

¿Podríamos darle algún significado específico al hecho de que algunas de estas nuevas ideas actualmente básicas del psicoanálisis se instalaron después de la muerte de su creador? La muerte de Freud acontece en el medio del transcurrir de la vida del psicoanálisis. Coincidiendo con su deceso, la vida humana como tal fue conmovida por el sísmico ocurrir y trascurrir de la segunda guerra mundial. La vida del psicoanálisis va de la mano con la vida misma en la faz de la tierra. De no ser así, el psicoanálisis tendría vida hasta que iría languideciendo por no tener vigencia.

Kurt Eissler en 1953 postula el uso de “Parámetros técnicos” con el cuidado de no desestructurar las postulaciones de la técnica analítica bien fundamentadas y hechas ya costumbre. A dichos “Parámetros” se les adscribió carácter de provisoriedad y una aplicación específica destinada a pacientes que presentaban un déficit en el yo. Según lo describe Etchegoyen, R. H. (2009) estos parámetros debían contener cuatro condiciones básicas:

1) deben usarse solo cuando el modelo clásico resulte insuficiente para psicoanalizar;
2) es deseable que transgreda lo mínimo posible a la habitual técnica aceptada;
3) sólo debe utilizarse hasta que, una vez avanzado el análisis, resulte inadecuado continuar su aplicación.
4) los efectos que el parámetro haga sobre la relación transferencial deben permitir su abolición mediante una interpretación adecuada.

Estas cuatro premisas, a mi juicio, son así establecidas por considerar con reverencia a lo ya establecido. El enunciado N.º 2 ¿por qué habla de transgresión si su aplicación resultará una toma de decisión adecuada e inteligente? Es que, las ideas nuevas producen cierto o mucho sacudimiento a lo establecido, ya sea porque no siempre es el momento oportuno para aceptarlas y otras veces son irracionalmente rechazadas.

Saul, L., ya en 1951 publicó que el psicoanálisis podría implementarse por teléfono, lo que, en aquella época, ello constituía una frontera infranqueable.

Toda idea nueva debe ir acompañada de un fundamento doctrinario teórico apoyado en una base empírica, tal como investigaba y creaba Freud. Para ello, es necesario asumir que se está haciendo experiencia con una incipiente base doctrinaria e intuición responsable. Publicar ideas en estado embrionario implica transitar por un camino de frontera para ir al encuentro de su repercusión en los colegas y de su institución. Las objeciones no prejuiciosas sino justas y adecuadas aportan al sano desarrollo y crecimiento de la idea nueva. Muchas de éstas, previas a la era digital, aunque están registradas en publicaciones de reconocida jerarquía se encuentran “durmiendo una larga siesta”. Algunas no fueron tan difundidas por la escasa repercusión que en su momento tuvieron, tal vez por tratarse de algo muy excepcional y no generalizable debido a la poca trascendencia práctica que prometían.

Es observable que el bien merecido respeto a las ideas formuladas por Freud y sus inmediatos colaboradores ha funcionado muchas veces como un muro trasparente que aísla a las ideas psicoanalíticas ya establecidas de la posibilidad de enriquecerse con nuevos aportes. Esto de alguna manera promovió que muchos analistas pensantes del psicoanálisis guardaran sus nuevas ocurrencias para sí o solo las compartían en espacios de camaradería informales sin trascendencia académica. 

Desde siempre se observa que un objeto conceptual creado, desarrollado y luego instalado con estabilidad es un objeto legitimado como si lo fuera por su naturaleza y no por haber sido creado dentro de la cadena de creaciones que se van estableciendo en una cultura determinada. Se observa cierta tendencia a considerarlo como un objeto esencial y atemporal, en situación absoluta de “ser” y no de “devenir”. El cuerpo doctrinario creado y desarrollado con la idea directriz de Freud y sus conspicuos interlocutores y seguidores, en muchas oportunidades, fue erróneamente tomado con cualidad de ser absoluto y no de ser en devenir siendo.

Bibliografía

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[1] Miembro titular de Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA)
Miembro titular de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM)
SKYPE: rikycarlino
WhatsApp: +52 155 3920 0471


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