viernes, 6 de septiembre de 2019

TRABAJOS LIBRES - María Sánchez Grillo


FRONTERAS METAPSICOLÓGICAS DEL PSIQUISMO TEMPRANO: LA CESURA DEL NACIMIENTO, EL CONTACTO PIEL A PIEL, LA CASTRACIÓN UMBILICAL Y LA ESTRUCTURA ENCUADRANTE

María Sánchez Grillo

         

              “En el vientre materno el hombre se inicia en el Todo y lo olvida al nacer”.[1]


I.-Introducción: 

Este ensayo invita a pensar en el trabajo de tránsito –creador de un espacio de frontera- entre dos territorios: el interior de la placenta y los brazos de la madre. Desde el punto de vista teórico abreva en distintos aportes: los conceptos de Yo piel y Yo pensante de Didier Anzieu; el de castraciones simbolígenas (específicamente la castración umbilical) de Francoise  Dolto; los de holding y handling de Donald W. Winnicott;  los de “frontera” y  “estructura encuadrante” de André Green y el de ternura en negativo de Dominique Cupa.

II.- Lo fronterizo:

El término “frontera”, que en el lenguaje corriente está referido a un concepto geopolítico, como el límite o confín de un estado, ha ido adquiriendo un estatus analógico específico en la/s teoría/s psicoanalítica/s a partir de la incorporación de lo que podríamos llamar un “territorio de frontera” entre ciertos cuadros difíciles de conceptualizar tanto entre las neurosis como entre las psicosis. Si bien el término “borderline” utilizado en inglés se ha impuesto hasta en nuestra lengua, este alude en especial al concepto de línea y borde, mientras que, el francés frontiére o el castellano frontera, remiten más a la idea de un espacio entre territorios (Green, A., 1996), que separa y conecta a la vez, espacio de tránsito, zona donde se  ejercen funciones de inspección, aduana, defensa… Específicamente, en la obra de Green, “lo fronterizo” se relaciona  con “trabajo psíquico”;  a modo de ejemplos citaré: la pulsión, como trabajo de frontera entre lo psíquico y lo somático; el trabajo defensivo de la desmentida, como mecanismo “fronterizo” entre la represión y la escisión y que, por ser el mecanismo de defensa privilegiado, presta el nombre (fronterizos) a aquellas organizaciones psicopatológicas entre la neurosis y la psicosis. También Green señala dos áreas  fronterizas dentro del propio aparato psíquico: en primer lugar, el área del sueño, intermediaria entre lo inconsciente y lo consciente y en segundo lugar, el área de juego o ilusión (el “espacio potencial” de Winnicott). Dentro de la obra de este último autor, el espacio transicional. Un ejemplo prototípico del trabajo de frontera en la obra de Green  es el correspondiente al concepto de procesos terciarios como intermediarios entre procesos primarios y secundarios, facilitadores de un equilibrio mental flexible y del pensamiento creativo. Otro concepto fecundo es el de “fronteras teóricas” y, agrego también el de “fronteras entre la investigación (teórica, clínica y empírica)  y  la interdisciplina”, de los cuáles toda su obra y este trabajo dan cuenta de ambos.

III. La cesura del nacimiento y la “castración” umbilical:

Utilizo explícitamente el término “cesura” (RAE)  por su literalidad (del latín “caesüra”, cortar), ya que en el nacimiento hay un corte definitivo entre el antes y el después, y también un corte radical entre el adentro y el afuera, ejecutado por una acción, ineludible e irreversible: la castración umbilical.

Si bien el psicoanálisis históricamente se ha ocupado de este momento crucial en la  subjetivación del  humano, la teorización tiene una deuda importante con este territorio de frontera que se establece en el tránsito entre la placenta y los brazos de la madre (incluyo los brazos del padre que completan el triángulo familiar y también los brazos de  la partera / neonatólogo, representantes de la cultura y lo social). En general la teorización sobre psiquismo temprano comienza con el bebé prendido al pecho, objeto parcial que ha adquirido un lugar preponderante en  la teoría, simbólicamente referido a los cuidados maternos.[2] La imagen de “un bebé prendido al pecho” me sugiere la alucinación negativa de los brazos y las manos de la madre.

     A partir de algunos avances en el campo biológico, genético y del diagnóstico por imágenes, en los últimos años, se han ampliado los aportes de la interdisciplina. Entre   los  relativamente recientes (a principios de este siglo), nos hemos enterado , por ejemplo, que las células de la placenta son las únicas del cuerpo que poseen un programa genético de control inmunológico que puede silenciar el rechazo de células ajenas, de manera de acoger el aporte genético paterno y “autorizar” que de los dos, surja el tercero. Podríamos decir que la biología, se ocupa, “naturalmente”, de otorgar el lugar al Padre. Así, mientras que en el resto de los tejidos del cuerpo, el rechazo al tejido genético extraño nos libra de enfermedades graves, en la placenta, el rechazo al rechazo del tejido extraño, es origen de Vida.

     Desde otro punto de vista, resultan interesantes algunos datos ecográficos de la vida intrauterina: hacia la tercera o cuarta semana después de la fertilización del óvulo, una pequeña protuberancia  emerge del tronco del embrión a la altura del brazo. Dos semanas después, claramente la mano toma la delantera al pie y ya se distinguen las huellas digitales. En la semana 11 pueden observarse cinco pequeños dedos en cada mano, y en la semana 17, ya pueden verse las uñas. A partir de las 20 semanas, se mueve y ondea los  brazos, y si un dedo toca los labios, puede precipitar el reflejo de succión. Es un lugar común la comparación del bebé por nacer con un astronauta: posee su propia cápsula espacial (su saco vitelino), rodeado de líquido, donde la falta de gravedad es total, conectado a través del cordón umbilical con la placenta. En la semana 38, se ha desarrollado ya el reflejo de  prensión. Los movimientos de la madre lo acunan, su ritmo cardíaco es la música de fondo y una vez nacido, podrá  reconocer su voz. Me referiré más adelante a esta “viñeta ecográfica” que destaca la precocidad de la aparición de las manos en el embrión humano y anuncia la importancia del con-tacto[3].

El nacimiento es un momento crucial para el ser humano, por los cambios tan grandes entre el medio interno y el exterior,  que se constituirán en más o menos traumáticos dependiendo de la salud de la madre y de la criatura, los accidentes que pueden llegar a suceder en tan natural pero delicado tránsito y, también, por las circunstancias emocionales de la madre y del padre, de la pareja/familia.   La castración umbilical (Dolto, F.) separa el cuerpo del niño del de su madre por el corte del cordón umbilical y su ligadura. Es la única castración que implica un corte real y prepara para las castraciones simbolígenas (oral, anal, fálico uretral) que a su  vez son precursoras de la castración simbólica edípica. La madre también sufre, en mayor o menor medida una castración imaginaria: “no reintegrarás tu producto”. La inscripción en el Registro Civil signa su situación de ciudadano,  lo inscribe en el mundo de la sociedad y la cultura, lo coloca a cargo de sus padres quiénes le adjudican un nombre que lo individualiza y un apellido que lo señala como perteneciente a un linaje, significante de su ser en el mundo, que lo identificará hasta la muerte. Pese a la dependencia física y psíquica inicial, ya son dos y biológicamente nunca volverán a ser uno. Este hecho determina al mismo tiempo el entrar en con-tacto: las manos de la madre principalmente comienzan a jugar un papel importante, reguladas por  ciertas prohibiciones del tocar.

     La alimentación sanguínea placentaria, es habitualmente desconocida y/o  desmentida en la pubertad-adolescencia pese a la innegable cicatriz perenne en el ombligo de nuestro cuerpo. En mi experiencia clínica, en algunos síntomas de la conducta alimentaria, aparecen inhibiciones en la ingesta   relacionadas con  la sangre animal (no con la carne).  Es interesante también, el interés en esa etapa por las leyendas y películas de vampiros, desde Drácula de Bran Stoker, hasta la más reciente saga de S. Meyer correspondiente a la serie Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer.

      IV. El Yo piel,  el handling, el holding y la estructura encuadrante:

      Regreso a la   breve “viñeta ecográfica” del punto III), para introducir  la importancia de la piel y las manos como órganos privilegiados de la  sensorialidad táctil y propioceptiva (reguladora del tono), introduciéndonos en otra concepción psicoanalítica fecunda: el Yo piel y el Yo pensante de Didier Anzieu.

      Destacaré algunas ideas significativas:

      Establece una analogía entre la piel somática y la piel psíquica. Así como la piel otorga una envoltura al cuerpo, el yo proporciona una envoltura a los pensamientos. Define tres funciones para ambas: 1) continente de contenidos (Bion) 2) frontera entre lo interior y lo exterior,  que protege de las intrusiones y agresiones de los demás (seres u objetos) ; 3) Comunicación con los otros, establecimiento de relaciones significativas e inscripción de las huellas que ellos dejan.

       A los fines de este trabajo, tomaré de este autor su replanteo del estadio oral. Señala que Freud no limitaba la fase oral a la boca y al placer de la succión sino que siempre destacó la importancia del placer como consecuencia de la experiencia de satisfacción, del “estar repleto” del bebé. Mientras que la experiencia de succión es viva y breve, la de satisfacción es más difusa y duradera. Asocia la insatisfacción con el sentimiento de “vacío interior”, propio de ciertas patologías contemporáneas, poniendo en evidencia la central e íntima relación continente-contenido en su concepción del pensar. Es clara su cercanía aquí a las ideas bionianas.

     A las dos experiencias nombradas (succión y satisfacción), asocia una tercera experiencia: los brazos de la madre que sostienen, calientan, acomodan, acercan al cuerpo cuyo olor y movimientos percibe y siente. Los brazos alinean las caras, obligan a las miradas que se buscan y responden…surgen las palabras, las canciones que relajan y duermen. En otros momentos, los brazos y las manos lavan, frotan, alzan, transportan, acarician[4].

      Anzieu refiere cómo el “pecho” es la palabra utilizada por los psicoanalistas para conceptualizar la realidad completa vivida por el recién nacido, y, si bien le adjudica a M. Klein los méritos de haber demostrado ser un concepto apto para las primeras sustituciones metonímicas (pecho-boca; pecho-heces; pecho-pene; pecho-bebés), así como describir los afectos tempranos despertados por él (gratitud y envidia),  señala que, al poner el acento exclusivamente en la fantasía y en los objetos parciales, desestima tanto las características propias de la  experiencia corporal  como a la piel como órgano envolvente y unificador de todos ellos. Como contrapartida, D. W. Winnicott privilegió el “holding” (sostén) y el “handling” (manipulación), el primero al servicio de los procesos de Integración y los segundos, de los procesos de Personalización.

     D. Anzieu propone una pulsión de apego ligada a la pulsión de autoconservación. Esta función tiene la meta de satisfacer la necesidad de protección, consuelo, sostén. El objeto de la pulsión de apego es el Yo- piel materno  estimulante y comunicante. Lo que se introyecta son los estímulos que él suscita. Dentro de sus desarrollos teóricos, distingue una doble prohibición de tocar: la prohibición primaria afecta al contacto por abrazo corporal y se opone a la pulsión de apego; la segunda prohibición se relaciona con el tocar con la mano y se refiere a la pulsión de dominio.
    
    V. La estructura encuadrante:

       Bion subrayó el papel de la función continente del objeto. A mi vez, desarrollé la idea de estructura encuadrante. Mi hipótesis es que cualquiera sea la cultura en que nazca, el niño es sostenido por la madre contra su cuerpo. Cuando el contacto con ese cuerpo se interrumpe, lo que persiste de la experiencia es la huella del contacto corporal -mayormente los brazos de la madre-, constitutiva de una estructura encuadrante que aloja la percepción perdida del objeto materno  en forma de alucinación negativa de esta. Sobre este fondo de negatividad van a inscribirse las futuras representaciones de objeto albergadas por la estructura encuadrante.” [5]

     El concepto de “alucinación negativa”, al que Freud se refiere en la “Adición metapsicológica a la teoría de los sueños” cuando afirma en una Nota al pie:
“A manera de complemento agrego que un ensayo de explicar la alucinación no debería partir de la alucinación positiva, sino más bien de la negativa”, es tratado ampliamente por Green, incluso en la clínica, al referirse al “encuadre” como concepto técnico.  Considera concebir la situación de holding descripta por Winnicott como “estructura encuadrante”. Cuando la madre como objeto de satisfacción primaria se ausenta, se produce una alucinación negativa, una borradura de la representación materna, que moviliza al Yo en busca de nuevas representaciones (alucinaciones positivas de experiencias de satisfacción). Cuando en lugar de una madre viva que se  ausenta, se trata de una   “madre muerta”,  la alucinación negativa no puede ser superada, se trata de una ternura en negativo.

     En síntesis, “la estructura encuadrante es el resultado de la internalización de los contactos maternos con su bebé, piel a piel, cuerpo a cuerpo  de uno con otro: resultado de la ternura materna[6].



                                   Resumen

Este ensayo invita a pensar en el trabajo de tránsito –creador de un espacio de frontera- entre dos territorios: el interior de la placenta y los brazos de la madre.

Desde el punto de vista teórico abreva en distintos aportes: los conceptos de Yo piel y Yo pensante de Didier Anzieu; el de castraciones simbolígenas (específicamente la castración umbilical) de Francoise  Dolto; los de holding y handling de Donald W. Winnicott;  los de “frontera” y  “estructura encuadrante” de André Green y el de ternura en negativo de Dominique Cupa.


Descriptores: Fronterizo – Cesura del nacimiento- Yo piel-Yo pensante Castración umbilical- Estructura encuadrante.



Bibliografía
  
  • Anzieu, D.: “El Yo – Piel”. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 2002. 
  • Cupa, D.: “Ternura en negativo”. Revista de psicoanálisis, LXIX, N°1 – 2012. Ed. Cosmoprint. 
  • Dolto, Francoise: “La imagen inconsciente del cuerpo”.Ed. Paidós, Barcelona, 1984 
  • Green, A.: “De locuras privadas”, Amorrortu, 1° edición, Bs. As. 1990. 
  • Green, A “Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo” Amorrortu, 1ª Edición, Bs. As. 2005. 
  • Green, A.: “Pensar el psicoanálisis con Bion, Lacan, Winnicott, Laplanche,Aulagnier, Anzieu, Rosolato”. Amorrortu 1ª Edición, Bs. As. 2005. 






[1] Martin Buber, citado por W.Bion y por  A. Green en “Pensar el psicoanálisis  con Bion, Lacan, Winnicott, Laplanche, Aulagnier, Anzieu, Rosolato. (Amorrortu, 1ª edición, Buenos Aires, 2017)

[2] Sin  extenderme en este tema, por razones de espacio,  no quiero omitir las controversias en torno al “trauma de nacimiento” de Otto Rank, como a ponderar la importancia dada por Bion a lo “prenatal” y a consideraciones de D.Stern, F Dolto y D.W. Winnicott algunas de las cuáles incluyo más adelante.

[3] Ferenczi decía:” El tacto es la facultad de sentirse con”.
[4] En algunos casos, pegan, pellizcan, golpean, penetran, hieren, queman, matan (ternura en negativo).
[5] A. Green, “Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo”  pág. 225. Amorrortu 1ª Edición, Bs. As. 2005.
[6]  Cupa, D. “Ternura en negativo”. Revista de psicoanálisis, LXIX, N°1 – 2012. Ed. Cosmoprint

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