FRONTERAS METAPSICOLÓGICAS DEL PSIQUISMO TEMPRANO: LA CESURA DEL NACIMIENTO, EL CONTACTO PIEL A PIEL, LA CASTRACIÓN UMBILICAL Y LA ESTRUCTURA ENCUADRANTE
María Sánchez Grillo
“En el vientre materno el hombre se inicia
en el Todo y lo olvida al nacer”.[1]
I.-Introducción:
Este ensayo invita a pensar en el
trabajo de tránsito –creador de un espacio de frontera- entre dos territorios:
el interior de la placenta y los brazos de la madre. Desde el punto de vista teórico abreva en
distintos aportes: los conceptos de Yo piel y Yo pensante de Didier Anzieu; el
de castraciones simbolígenas (específicamente la castración umbilical) de
Francoise Dolto; los de holding y
handling de Donald W. Winnicott; los de
“frontera” y “estructura encuadrante” de
André Green y el de ternura en negativo de Dominique Cupa.
II.- Lo fronterizo:
El término
“frontera”, que en el lenguaje corriente está referido a un concepto
geopolítico, como el límite o confín de un estado, ha ido adquiriendo un
estatus analógico específico en la/s teoría/s psicoanalítica/s a partir de la
incorporación de lo que podríamos llamar un “territorio de frontera” entre
ciertos cuadros difíciles de conceptualizar tanto entre las neurosis como entre
las psicosis. Si bien el término “borderline” utilizado en inglés se ha
impuesto hasta en nuestra lengua, este alude en especial al concepto de línea y
borde, mientras que, el francés frontiére o el castellano frontera, remiten más
a la idea de un espacio entre territorios (Green, A., 1996), que separa y
conecta a la vez, espacio de tránsito, zona donde se ejercen funciones de inspección, aduana,
defensa… Específicamente, en la obra de Green, “lo fronterizo” se relaciona con “trabajo psíquico”; a modo de ejemplos citaré: la pulsión, como trabajo de frontera
entre lo psíquico y lo somático; el trabajo defensivo de la desmentida, como mecanismo “fronterizo”
entre la represión y la escisión y que, por ser el mecanismo de defensa privilegiado,
presta el nombre (fronterizos) a
aquellas organizaciones psicopatológicas
entre la neurosis y la psicosis.
También Green señala dos áreas
fronterizas dentro del propio aparato psíquico: en primer lugar, el área del sueño, intermediaria entre lo
inconsciente y lo consciente y en segundo lugar, el área de juego o ilusión (el “espacio
potencial” de Winnicott). Dentro de la obra de este último autor, el espacio transicional. Un ejemplo
prototípico del trabajo de frontera en la obra de Green es el correspondiente al concepto de procesos terciarios como intermediarios
entre procesos primarios y secundarios, facilitadores de un equilibrio mental
flexible y del pensamiento creativo. Otro concepto fecundo es el de “fronteras teóricas” y, agrego también
el de “fronteras entre la investigación
(teórica, clínica y empírica) y la interdisciplina”, de los cuáles toda su
obra y este trabajo dan cuenta de ambos.
III. La cesura del nacimiento y la “castración”
umbilical:
Utilizo explícitamente
el término “cesura” (RAE) por su
literalidad (del latín “caesüra”, cortar),
ya que en el nacimiento hay un corte definitivo entre el antes y el después, y
también un corte radical entre el adentro y el afuera, ejecutado por una acción,
ineludible e irreversible: la castración umbilical.
Si bien el
psicoanálisis históricamente se ha ocupado de este momento crucial en la subjetivación del humano, la teorización tiene una deuda
importante con este territorio de frontera que se establece en el tránsito
entre la placenta y los brazos de la madre (incluyo los brazos del padre que
completan el triángulo familiar y también los brazos de la partera / neonatólogo, representantes de
la cultura y lo social). En general la teorización sobre psiquismo temprano
comienza con el bebé prendido al pecho, objeto parcial que ha adquirido un
lugar preponderante en la teoría, simbólicamente
referido a los cuidados maternos.[2]
La imagen de “un bebé prendido al pecho” me sugiere la alucinación negativa de
los brazos y las manos de la madre.
A
partir de algunos avances en el campo biológico, genético y del diagnóstico por
imágenes, en los últimos años, se han ampliado los aportes de la
interdisciplina. Entre los relativamente recientes (a principios de este
siglo), nos hemos enterado , por ejemplo, que las células de la placenta son
las únicas del cuerpo que poseen un programa genético de control inmunológico
que puede silenciar el rechazo de células ajenas, de manera de acoger el aporte
genético paterno y “autorizar” que de los dos, surja el tercero. Podríamos
decir que la biología, se ocupa, “naturalmente”, de otorgar el lugar al Padre.
Así, mientras que en el resto de los tejidos del cuerpo, el rechazo al tejido
genético extraño nos libra de enfermedades graves, en la placenta, el rechazo
al rechazo del tejido extraño, es origen de Vida.
Desde otro punto de vista, resultan interesantes algunos datos
ecográficos de la vida intrauterina: hacia la tercera o cuarta semana después
de la fertilización del óvulo, una pequeña protuberancia emerge del tronco del embrión a la altura del
brazo. Dos semanas después, claramente la mano toma la delantera al pie y ya se
distinguen las huellas digitales. En la semana 11 pueden observarse cinco
pequeños dedos en cada mano, y en la semana 17, ya pueden verse las uñas. A
partir de las 20 semanas, se mueve y ondea los brazos, y si un dedo toca los labios, puede
precipitar el reflejo de succión. Es un lugar común la comparación del bebé por
nacer con un astronauta: posee su propia cápsula espacial (su saco vitelino),
rodeado de líquido, donde la falta de gravedad es total, conectado a través del
cordón umbilical con la placenta. En la semana 38, se ha desarrollado ya el
reflejo de prensión. Los movimientos de
la madre lo acunan, su ritmo cardíaco es la música de fondo y una vez nacido,
podrá reconocer su voz. Me referiré más
adelante a esta “viñeta ecográfica” que destaca la precocidad de la aparición
de las manos en el embrión humano y anuncia la importancia del con-tacto[3].
El nacimiento es
un momento crucial para el ser humano, por los cambios tan grandes entre el
medio interno y el exterior, que se
constituirán en más o menos traumáticos dependiendo de la salud de la madre y
de la criatura, los accidentes que pueden llegar a suceder en tan natural pero
delicado tránsito y, también, por las circunstancias emocionales de la madre y
del padre, de la pareja/familia. La
castración umbilical (Dolto, F.) separa el cuerpo del niño del de su madre por
el corte del cordón umbilical y su ligadura. Es la única castración que implica
un corte real y prepara para las castraciones simbolígenas (oral, anal, fálico
uretral) que a su vez son precursoras de
la castración simbólica edípica. La madre también sufre, en mayor o menor
medida una castración imaginaria: “no reintegrarás tu producto”. La inscripción
en el Registro Civil signa su situación de ciudadano, lo inscribe en el mundo de la sociedad y la
cultura, lo coloca a cargo de sus padres quiénes le adjudican un nombre que lo
individualiza y un apellido que lo señala como perteneciente a un linaje,
significante de su ser en el mundo, que lo identificará hasta la muerte. Pese a
la dependencia física y psíquica inicial, ya son dos y biológicamente nunca
volverán a ser uno. Este hecho determina al mismo tiempo el entrar en
con-tacto: las manos de la madre principalmente comienzan a jugar un papel
importante, reguladas por ciertas
prohibiciones del tocar.
La alimentación sanguínea placentaria, es habitualmente desconocida y/o desmentida en la pubertad-adolescencia pese a
la innegable cicatriz perenne en el ombligo de nuestro cuerpo. En mi
experiencia clínica, en algunos síntomas de la conducta alimentaria, aparecen
inhibiciones en la ingesta relacionadas
con la sangre animal (no con la carne). Es interesante también, el interés en esa
etapa por las leyendas y películas de vampiros, desde Drácula de Bran Stoker,
hasta la más reciente saga de S. Meyer correspondiente a la serie Crepúsculo,
Luna nueva, Eclipse y Amanecer.
IV. El Yo piel, el handling, el holding y la estructura
encuadrante:
Regreso a la breve “viñeta ecográfica” del punto III), para
introducir la importancia de la piel y
las manos como órganos privilegiados de la sensorialidad táctil y propioceptiva
(reguladora del tono), introduciéndonos en otra concepción psicoanalítica
fecunda: el Yo piel y el Yo pensante de Didier Anzieu.
Destacaré algunas ideas significativas:
Establece una analogía entre la piel somática y la piel psíquica. Así
como la piel otorga una envoltura al cuerpo, el yo proporciona una envoltura a
los pensamientos. Define tres funciones para ambas: 1) continente de contenidos
(Bion) 2) frontera entre lo interior y lo exterior, que protege de las intrusiones y agresiones
de los demás (seres u objetos) ; 3) Comunicación con los otros, establecimiento
de relaciones significativas e inscripción de las huellas que ellos dejan.
A los fines de este trabajo, tomaré de este autor su replanteo del
estadio oral. Señala que Freud no limitaba la fase oral a la boca y al placer
de la succión sino que siempre destacó la importancia del placer como
consecuencia de la experiencia de satisfacción, del “estar repleto” del bebé.
Mientras que la experiencia de succión es viva y breve, la de satisfacción es
más difusa y duradera. Asocia la insatisfacción con el sentimiento de “vacío
interior”, propio de ciertas patologías contemporáneas, poniendo en evidencia
la central e íntima relación continente-contenido en su concepción del pensar.
Es clara su cercanía aquí a las ideas bionianas.
A las dos experiencias nombradas (succión y satisfacción), asocia una
tercera experiencia: los brazos de la madre que sostienen, calientan, acomodan,
acercan al cuerpo cuyo olor y movimientos percibe y siente. Los brazos alinean
las caras, obligan a las miradas que se buscan y responden…surgen las palabras,
las canciones que relajan y duermen. En otros momentos, los brazos y las manos
lavan, frotan, alzan, transportan, acarician[4].
Anzieu refiere cómo el “pecho” es la palabra utilizada por los
psicoanalistas para conceptualizar la realidad completa vivida por el recién
nacido, y, si bien le adjudica a M. Klein los méritos de haber demostrado ser
un concepto apto para las primeras sustituciones metonímicas (pecho-boca;
pecho-heces; pecho-pene; pecho-bebés), así como describir los afectos tempranos
despertados por él (gratitud y envidia),
señala que, al poner el acento exclusivamente en la fantasía y en los
objetos parciales, desestima tanto las características propias de la experiencia corporal como a la piel como órgano envolvente y
unificador de todos ellos. Como contrapartida, D. W. Winnicott privilegió el
“holding” (sostén) y el “handling” (manipulación), el primero al servicio de
los procesos de Integración y los segundos, de los procesos de Personalización.
D. Anzieu propone una pulsión de apego ligada a la pulsión de
autoconservación. Esta función tiene la meta de satisfacer la necesidad de
protección, consuelo, sostén. El objeto de la pulsión de apego es el Yo- piel
materno estimulante y comunicante. Lo
que se introyecta son los estímulos que él suscita. Dentro de sus desarrollos
teóricos, distingue una doble prohibición de tocar: la prohibición primaria
afecta al contacto por abrazo corporal y se opone a la pulsión de apego; la
segunda prohibición se relaciona con el tocar con la mano y se refiere a la
pulsión de dominio.
V. La estructura encuadrante:
“Bion
subrayó el papel de la función continente del objeto. A mi vez, desarrollé la idea de estructura encuadrante. Mi hipótesis es que cualquiera sea la
cultura en que nazca, el niño es sostenido por la madre contra su cuerpo.
Cuando el contacto con ese cuerpo se interrumpe, lo que persiste de la
experiencia es la huella del contacto corporal -mayormente los brazos de la
madre-, constitutiva de una estructura encuadrante que aloja la percepción
perdida del objeto materno en forma
de alucinación negativa de esta. Sobre
este fondo de negatividad van a inscribirse las futuras representaciones de
objeto albergadas por la estructura encuadrante.” [5]
El concepto de “alucinación negativa”, al que Freud se refiere en la
“Adición metapsicológica a la teoría de los sueños” cuando afirma en una Nota
al pie:
“A
manera de complemento agrego que un ensayo de explicar la alucinación no
debería partir de la alucinación positiva, sino más bien de la negativa”, es tratado
ampliamente por Green, incluso en la clínica, al referirse al “encuadre” como
concepto técnico. Considera concebir la
situación de holding descripta por Winnicott como “estructura encuadrante”.
Cuando la madre como objeto de satisfacción primaria se ausenta, se produce una
alucinación negativa, una borradura de la representación materna, que moviliza
al Yo en busca de nuevas representaciones (alucinaciones positivas de
experiencias de satisfacción). Cuando en lugar de una madre viva que se ausenta, se trata de una “madre muerta”, la alucinación negativa no puede ser
superada, se trata de una ternura en negativo.
En síntesis, “la estructura
encuadrante es el resultado de la internalización de los contactos maternos con
su bebé, piel a piel, cuerpo a cuerpo de
uno con otro: resultado de la ternura materna”[6].
Resumen
Este ensayo invita
a pensar en el trabajo de tránsito –creador de un espacio de frontera- entre
dos territorios: el interior de la placenta y los brazos de la madre.
Desde el punto de vista teórico abreva en
distintos aportes: los conceptos de Yo piel y Yo pensante de Didier Anzieu; el
de castraciones simbolígenas (específicamente la castración umbilical) de
Francoise Dolto; los de holding y
handling de Donald W. Winnicott; los de
“frontera” y “estructura encuadrante” de
André Green y el de ternura en negativo de Dominique Cupa.
Descriptores: Fronterizo – Cesura del
nacimiento- Yo piel-Yo pensante Castración umbilical-
Estructura encuadrante.
Bibliografía
- Anzieu, D.: “El Yo – Piel”. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 2002.
- Cupa, D.: “Ternura en negativo”. Revista de psicoanálisis, LXIX, N°1 – 2012. Ed. Cosmoprint.
- Dolto, Francoise: “La imagen inconsciente del cuerpo”.Ed. Paidós, Barcelona, 1984
- Green, A.: “De locuras privadas”, Amorrortu, 1° edición, Bs. As. 1990.
- Green, A “Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo” Amorrortu, 1ª Edición, Bs. As. 2005.
- Green, A.: “Pensar el psicoanálisis con Bion, Lacan, Winnicott, Laplanche,Aulagnier, Anzieu, Rosolato”. Amorrortu 1ª Edición, Bs. As. 2005.
[1] Martin Buber, citado por W.Bion y por A. Green en “Pensar el psicoanálisis con
Bion, Lacan, Winnicott, Laplanche, Aulagnier, Anzieu, Rosolato. (Amorrortu, 1ª
edición, Buenos Aires, 2017)
[2] Sin extenderme en este tema, por razones de
espacio, no quiero omitir las
controversias en torno al “trauma de nacimiento” de Otto Rank, como a ponderar
la importancia dada por Bion a lo “prenatal” y a consideraciones de D.Stern, F
Dolto y D.W. Winnicott algunas de las cuáles incluyo más adelante.
[3] Ferenczi decía:” El tacto
es la facultad de sentirse con”.
[4] En algunos casos, pegan, pellizcan, golpean, penetran,
hieren, queman, matan (ternura en negativo).
[5] A.
Green, “Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo” pág. 225. Amorrortu 1ª Edición, Bs. As. 2005.
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