sábado, 7 de septiembre de 2019

TRABAJOS LIBRES - Oscar Elvira


EL TERRITORIO…N. Escenario de frontera en psicoanálisis

Oscar Alfredo Elvira



   Finalizando la segunda década del siglo XXI, con el arribo de originales estados mentales psicosexuales, que permanecían larvados, como son los habitantes de territorios LGTB…, al que denominaré psicoanalíticamente territorio…n, inspirado en la obra de W. Bion. Obviamente surgen interrogantes, para pensar desde la teoría y la técnica psicoanalítica.

   Las fronteras en psicoanálisis se consolidan a partir de los desarrollos freudianos. Su “cartógrafo” Sigmund Freud, fue delineando dentro de su obra una profusa e incisiva territorialidad. Para alcanzarla, desde el inicio hasta el final de su vida, la fue remodelando y enriqueciendo, con la ayuda de su propia clínica, teoría y práctica. A su vez, desde un comienzo contó con la entrañable colaboración de otros talentosos “cartógrafos” que lo acompañaron en poblar y dilucidar ese territorio ignoto que, con el devenir del tiempo y el trabajo constante en el terreno de los conceptos, se fue poblando de estados mentales hasta esos momentos no establecidos.

   Estas fronteras del psicoanálisis provienen de una historia previa de las ciencias occidentales. Las que, en cierta forma, se enriquecieron con otros saberes ligados a una extraterritorialidad que procedía de otros sitios. La medicina y la filosofía, con sus conocimientos y antecedentes en la Mesopotamia, Egipto, India, China, Medio Oriente entre otros, arribaron a los albores de mediados del siglo XIX, con un bagaje de conocimientos que enriquecieron sus intervenciones. En ese escenario surge el científico (neurólogo. fisiatra y luego psicoanalista) Sigmund Freud quien habrá de trazar una radical frontera sobre la investigación subjetividad humana. La conciencia, como concepto, proviene de la filosofía, los saberes del cuerpo biológico, como ser los profundos estudios anatomo patológicos, abrevaban en esa cosmovisión que lo antecedía.

   Más tarde S. Freud, habrá de demostrar la existencia de una actividad inconsciente de la mente, trasvasa y redefine nuevas fronteras para la comprensión de la complejidad humana.

   Las fronteras dentro de la propia obra de S. Freud, a mi entender se redefinen en cuatro momentos poblacionales en el campo de sus ideas (Oscar A. Elvira. 2016). Un primer período entre 1890 a 1900, dónde el fundador del psicoanálisis se diferencia de la medicina que él mismo había abrazado, con varios trabajos, el primero (1890) dónde les aconseja a los médicos que además de un cuerpo, los pacientes poseen un alma y le deben prestar atención a las dos fuentes. En 1895, se propone desde una conceptualización neurofisiológica pensar el aparato psíquico. No lo habrá de publicar nunca, pero allí estaría el germen de toda su investigación sobre el funcionamiento mental. Memoria, los estímulos externos e internos, su registro y no registro, la percepción, el pensamiento, el juicio y, la pulsión denominada originariamente Qeta, la que pugna desde adentro y no se la puede soslayar, el dolor y el pensamiento. El primer encuentro del ser humano con el pecho materno y sus consecuencias. Es el primer diseño de un aparato psíquico, al que habrá de rediseñar en sus fronteras y territorios a partir de 1900 que finalizará en 1920, con su genialidad al rescatar al sueño como un producto inconsciente y comandado por el deseo. Aquí ya se traza un territorio y sus fronteras, inconsciente, preconsciente y conciencia. En cada una de esas regiones, rigen leyes y formas de organización y funcionamientos específicos. En 1905, les habla a los médicos, rescata a las psicoterapias las que surgieron entre otras de sus propias comarcas y dictamina los alcances y consecuencias. La subjetividad humana y su construcción, tendrá como eje central la libido como energía psicosexual: Las zonas erógenas y sus fases. Las mismas tendrán cartografías específicas, sus ensayos, remodelados a lo largo de sus investigaciones, demarcan territorios teniendo como sustento zonas erógenas (oral, anal y fálico – genital). Importará desde la literatura griega el complejo de Edipo, lo diseñará con sus propios desarrollos epistémicos. Además, dictará leyes sobre el funcionamiento interno y sus correlatos consigo mismo y con el mundo externo, los que darán cuenta de los dos principios del acaecer psíquico (placer y realidad). A ellos les habrá de agregar una geografía sobre el autoerotismo, narcisismo, relación de objeto y las pulsiones. Su postulado iniciático que necesitaba “edificar una técnica” (1905) la diseña y rediseña en este período. Luego llegará la vuelta de 1920, la remodelación de su conceptualización de las pulsiones, ahora serán de vida y de muerte. Surgen dentro del corpus teórico del psicoanálisis, tres instancias: Yo, Ello y Superyó. Cada uno de ellos con sus saberes y funcionamientos específicos, desde dónde surgirán nuevas formas de pensar, sus propias categorías. La psicosis y la neurosis tendrán su especificidad. Nominará a las neurosis narcisistas y actuales, pero no legislará mucho sobre ellas. Con la compañía de uno de sus cartógrafos y discípulos más cercano, Karl Abraham las zonas erógenas alcanzarán su nuevo estatuto, a saber: fase oral y su subdivisión en primaria de succión, anobjetal y secundaria canibalística. En la primera es el territorio de la esquizofrenia y la segunda de la melancolía. Luego la fase anal, también será fraccionada en dos territorios anal primaria, expulsiva. La primera es habitada por la paranoia; debemos señalar que estos tres territorios, con sus fronteras, se corresponden con la psicosis y, a partir de la anal secundaria, retentiva, se conforma la neurosis obsesiva. La fase fálica, no sufre divisiones en su territorio y allí habitaran la histeria de conversión y la histeria de angustia. Estos tres últimos territorios pertenecen a las neurosis. Prometen que si se evoluciona “normalmente” se alcanzará la genitalidad. Como producto de la elaboración de los diferentes conflictos que ponen a prueba al sujeto humano, surgirá un heredero del Complejo de Edipo, el Superyó, desde dónde luego de un período de latencia y el resurgimiento en la pubertad y adolescencia se alcanzará la tierra prometida, la normalidad. Pero nuevos avatares que aporta la clínica y los diferentes delineantes mentales psicoanalíticos, traen consecuencias a esta “evolución” psicosexual, así arribamos a un cuarto momento del diseños de sus fronteras, cuando S. Freud piensa que el Yo, como instancia ejecutiva, no sólo tiene que lidiar con sus vasallajes, su condición de ser consciente e inconsciente, sino que ahora está escindido, clivado y utiliza como mecanismo de defensa la desmentida y no la negación, sobre la que había postulado recientemente. Promoverá hacia el fin de su vida, hablar del análisis como terminable e interminable.

   Sandor Ferenczi, entre muchas de sus contribuciones, habrá de ampliar la geografía del territorio mental. Fijará el inicio de éste en la vida uterina, la de la omnipotencia incondicional del humano, allí a este, todo le es ofrecido. Tiene una vida acuática y luego habrá de advenir el gran cambio al transformarse en aeróbico con el nacimiento. Diferentes vicisitudes lo conducirán a la necesidad de hallar un objeto en la evolución desde el principio de placer al de realidad. Freud (1911) ya lo había formulado y su discípulo que, estaba de acuerdo, pero le exponía que no proponía como se pasaba de uno a otro. El analista húngaro, hablará de siete estadios, para demostrar cómo se avanza de un narcisismo primario a una relación con un otro diferenciado. El fundador del psicoanálisis le reconocerá esta enorme contribución en una carta dónde le dice que es su más importante contribución al psicoanálisis. Esto lo conduce a S. Freud a las tres instancias yoicas a partir de la primera vivencia de satisfacción, el Yo real primitivo, Yo de placer purificado y Yo real definitivo.

   Sandor Ferenczi, además habrá de realizar una contribución central al análisis de niños en aquellos primeros albores del psicoanálisis. Arpad, el niño gallo, como llama a su paciente-niño, le habrá de ofrecer en una primera entrevista, un lápiz y un papel para que dibuje, para que juegue con sus conflictos inconscientes, así el análisis de niños ya contaba con dos casos clínicos emblemáticos. Juanito y Arpad, allí se iniciaría una genealogía en la técnica del análisis de niños, que ampliaría las fronteras de los abordajes psicoanalíticos.

   Melanie Klein, surge como analista en este ambiente de nuevas fronteras. Se había analizado con S. Ferenczi, estudiaba y había compartido una visita que Freud había realizado a Budapest. Presentaría en 1919, su primer trabajo ligado al análisis de un niño. Fritz, sería el que inaugura una genealogía de una larga serie de análisis infantiles, los que conducirían a una nueva frontera de los alcances del psicoanálisis. Este período surgiría bajo el padrinazgo de su segundo analista, K. Abraham y de su propia obra, así advendría la analista de niños que conduciría a una teoría, técnica y practica analítica con niños. La técnica de introducir la caja de juegos, que representa el cuerpo de la madre, dónde el niño-epistemólogo realiza sus investigaciones simbólicamente. Allí hallará en su fantasía bebes, heces y el pene del padre. Retrotraerá el complejo de Edipo a una formulación temprana, situada en los primeros meses de vida del niño, surgirá de tres situaciones de la vida cotidiana, a las que este experimenta como castraciones: el destete, la higienización de sus heces y las diferencias sexuales anatómicas. La ansiedad y la fantasía serán centrales en su obra. Propondrá un nuevo territorio de lo mental, de la mano de las posiciones esquizoparanoide y depresiva. Definirá a las posiciones como un conjunto de ansiedades, defensas y relaciones de objeto. La primera regida por la identificación proyectiva, como mecanismo central que conduce a la escisión omnipotentemente del objeto, en bueno y malo, representantes de la pulsión de vida y de muerte. La segunda integra al objeto bajo la égida de la identificación introyectiva. Surge un objeto total, ya reparado que experimenta al objeto como predominantemente bueno, sobre el malo. Ambas posiciones marcarán la actividad yoica, desde un clivaje a la integración. Por último, habrá de expandir la frontera de su obra y sobre el desarrollo humano, al proponer los conceptos de envidia y gratitud. La primera es constitucional, su actividad conlleva al desorden, ahora el sujeto no puede diferenciar lo bueno de lo malo y surge la confusión. La gratitud, se cristaliza si alcanza un desarrollo óptimo de la pulsión de vida, la que habrá de sacarlo de la confusión y hacerse cargo de sus celos, envidia y voracidad, para con el objeto y necesitará repararlo y repararse.

   W. Bion, sin dejar de prestarle atención a todos los aportes precedentes, es a mí entender quién nos ha legado desde su tabla, un modelo muy interesante, dado la apertura que nos ofrece a lo desconocido y no saturado. Es el territorio…n.

   El analista, en el territorio…n, habría de funcionar como un investigador con una preconcepción no saturada de sentido y, dejarse acompañar con este elemento técnico, que le brinda la posibilidad de pensar los nuevos desafíos de la clínica. Dejémonos acompañar por su frase: “En todo consultorio debería haber dos personas bastantes asustadas: el paciente y el psicoanalista.” (W. Bion. 1978 p. 22). Es decir, que es en este escenario dónde las problemáticas ligadas a los diferentes géneros (LGTB…) con los que se puede vestir un sujeto en su constitución subjetiva de elección sexual, el analizando y el analista pueden sentir miedo. Por efecto de la incertidumbre que brinda el territorio…n, que supera en muchos a todos los desafíos que el psicoanálisis ha abordado a lo largo de su práctica.

   W. Bion, nos ofrece la tabla para pensar este contexto. En nuestra praxis, lo llevamos a cabo habitualmente y la podemos abordar desde el eje genético (Elementos beta, elementos alfa, pensamientos oníricos-sueños-mitos, preconcepción, concepción, concepto, sistema deductivo científico y cálculo algebraico) y en conjunción constante con el eje vertical de los usos que podemos asignar a lo que surja en una sesión (hipótesis definitiva, resistencia-enunciados falsos, notación, atención, indagación, acción,…n). Es muy posible que podamos encontrar elementos beta amarrados a una hipótesis definitiva o pensamientos y sueños que surjan en la sesión, pero seguramente que esta clínica nos brinda la posibilidad de fomentar una nueva frontera a partir de lo que aporte el paciente, desde su centralidad bio-psico-social, el arribo a un nuevo territorio, estaría ubicado en la columna…n, dónde lo desconocido y lo extranjero a descubrir se localizará en este espacio de lo incognoscible hasta el momento.  Esto no obtura, el proseguir prestándole atención a otros usos, en consonancia con el espacio genético. Bienvenidos los analistas al territorio…n. Nuevas cartografías y relatos clínicos nos aguardan. W. Bion, sugiere: “Tengo esta esperanza porque, después de muchos años de esfuerzo, alcancé por fin la capacidad de sentir pavor ante las profundidades de la ignorancia” (W. Bion. 1978 p. 42). Si los analistas, lo toleramos, existe la posibilidad que nuestros pacientes en territorio…n, se sientan más contenidos en la búsqueda de nuevos sentidos a sus identificaciones tempranas.


Bibliografía
      
  • Bion, Wilfred (1978). Seminarios de psicoanálisis, Paidós. Buenos Aires. 1978.
  • Elvira, Oscar Alfredo (2016). Liderazgo y poder en la institución psicoanalítica. Ediciones Biebel. Buenos Aires.
  • Ferenczi, Sandor (1913). El desarrollo del sentido de realidad y sus estadios. Obra completa. Tomo II. Espasa-Calpe. Madrid
  • Ferenczi, Sandor (1913). Un pequeño hombre-gallo. Obra completa. Tomo II. Espasa-Calpe. Madrid.
  • Freud, Sigmund (1890). Tratamiento psíquico, tratamiento del alma. Obra completa. Tomo I. Amorrortu editores. Buenos Aires.
  • Freud, Sigmund (1895). El proyecto de psicología. Obra completa. Tomo I. Amorrortu editores. Buenos Aires.
  • Freud, Sigmund (1900). La interpretación de los sueños. Obra completa Tomos IV y V. Amorrortu editores.
  • Freud, Sigmund (1905). Tres ensayos de teoría sexual. Obra completa. Tomo VII. Amorrortu editores. Buenos Aires.
  • Freud, Sigmund (1905). Sobre psicoterapia. Obra completa. Tomo VII. Amorrortu editores.
  • Freud, Sigmund (1911). Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico. Obra completa. Tomo XII. Amorrortu editores.
  • Freud, Sigmund (1915). Pulsión y destino de pulsión. Obra completa. Tomo XIV. Amorrortu editores.
  • Freud, Sigmund (1920). Más allá del principio de placer. Obra completa. Tomo XVIII. Amorrortu editores.
  • Freud, Sigmund (1923). El Yo y el Ello. Obra completa. Tomo XIX. Amorrortu editores.
  • Freud, Sigmund (1927). El fetichismo. Obra completa. Tomo XXI. Amorrortu editores.
  • Klein, Melanie (1921). El desarrollo de un niño. Obra completa. Tomo 2. Paidós. Buenos Aires. 1978.
  • Klein, Melanie (1926). Principios psicológicos del análisis infantil. Obra completa. Tomo 2. Paidós. Buenos Aires. 1978
  • Klein, Melanie (1928). Estadios tempranos del conflicto edípico. Obra completa. Tomo 2. Paidós. Buenos Aires. 1978.
  • Klein, Melanie (1940). El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos. Obra completa. Tomo 2. Paidós. 1978.
  •  Klein, Melanie (1945). El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas. Obra completa. Tomo 2. Paidós. 1978.
  • Klein, Melanie (1957). Envidia y gratitud. Obra completa. Tomo 6. Paidós. Buenos Aires. 1976.



Resumen

Una frontera delimita un territorio de un otro. Allí, se traza una línea que los diferencia. Originalmente Sigmund Freud y, luego acompañado por Karl Abraham, desde sus postulaciones de las fases psicosexuales, delimitaron zonas erógenas que proporcionaban su continente y su contenido.
Allí se fijaría un territorio mental a sus habitantes psicopatológicos, desde sus diferentes producciones, las que engendrarán una forma especial de estar en el mundo. Por ejemplo: las esquizofrenias, estarían fijadas a una etapa primitiva de la mente a la que denominan oral primaria, anobjetal. Desde ese territorio de la mente reproducirán sus propios y distinguidos productos mentales. Caracterizados por sus discursos, sueños, delirios y fantasías. Otro tanto ocurre con la melancolía, paranoia, neurosis obsesiva, histeria de angustia e histeria de conversión, las que según estos postulados habitan un territorio específico de la mente.
M. Klein y W. Bion como originales “cartógrafos” mentales, diseñaron nuevas formas de pensar estas fronteras y sus vicisitudes para rediseñarlas y descubrir nuevos entramados.
Finalizando la segunda década del siglo XXI, con el arribo de originales estados mentales psicosexuales, que permanecían larvados, como son los habitantes de territorios LGTB…, al que denominaré territorio…n. Obviamente surgen interrogantes, para pensar desde la teoría y la técnica psicoanalítica.




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