FRONTERAS. LA REPRESENTACIÓN DEL LÍMITE ENTRE EL SUJETO Y EL OTRO
Jorge Luis Maldonado
En el
historial del pequeño Hans, Freud (1905) describe cómo se establece en este
niño la noción de límites y la fantasía de transgredirlos. Hans advierte, estando
con su padre en el Zoológico de Schönbrunn, que una cuerda separaba el ‘espacio
permitido’ para los transeúntes, del recinto ‘no permitido’ donde estaban los
carneros. Hans se sorprende que un recinto se cerrara mediante una cuerda
debajo de la cual él podía deslizarse fácilmente; el padre le expresa que esa
acción es pasible de un castigo: el guardián del Zoo puede llevárselo. Luego
Hans le cuenta al padre su fantasía de que ambos (el padre y él) habían pasado
por debajo de la cuerda y que el guardián del jardín ‘los ha atrapado’. La
cuerda ha adquirido así un nuevo significado para Hans y se ha constituido en
el signo que le permite establecer la diferenciación entre las categorías:
‘permitido’ y ‘prohibido’, y queda vinculada ya no sólo a la realidad fáctica,
sino también a sus objetos edípicos.
Hans
le expresa al padre que ambos habían roto una ventanilla del ferrocarril y que
el guarda del tren, en castigo ‘se los ha llevado’. Esta fantasía tanto como la
anterior contiene una connotación transgresora; significa un reconocimiento del
interior de un objeto, diferenciado de lo que es el afuera, y expresa una idea
de penetración dentro del objeto, establecida al romper el vidrio que delimita el
espacio interior. La noción de límite adquiere un carácter simbólico, que
permite diferenciar lo que fácticamente es posible, de lo que mediante la
palabra le está permitido o vedado.
El
padre está incluido en ambas acciones: sortear la soga y romper el vidrio. Se
observa aquí una tendencia universal del sujeto de implicar al otro en las
actuaciones individuales y transformarlas en una acción conjunta. La inclusión
de un otro en la trama de la acción se acentúa en los análisis de pacientes
proclives al acting out, que involucran al analista en sus actuaciones
personales, transformándolas en acciones compartidas o enactments mutuos.
Freud
señala el temor de Hans de perder al padre y lo relaciona con la necesidad de
ser castigado mediante esta pérdida. Corresponde observar que la pérdida del
padre establece por sí misma un nuevo factor de límite y discriminación,
distinto al establecido por la prohibición. La pérdida crea una realidad que
diferencia al objeto cuando está presente de cuando está ausente. La noción de
presencia-ausencia es otra categoría de límite que instaura la diferenciación
entre el sujeto y el otro. La noción de límites puede constituirse en el sujeto
a partir de la prohibición edípica, pero también por otros factores.
El
límite entre el sujeto y el otro responde a necesidades primarias de sostener
la identidad del yo diferenciado de sus objetos libidinales. Sin embargo, en
contraposición con esto, la intensidad de las angustias de separación y el
temor al desamparo pueden conducir al sujeto a buscar un estado de indiferenciación
y anulación de límites entre sí mismo y el otro, como cuando se construyen
identificaciones patológicas. Ante esta problemática presentaré aspectos de un
proceso analítico caracterizado inicialmente por el predominio marcado del
acting out y borramiento de límites entre sujeto y objeto, pero que evolucionó
hacia la representación y reconocimiento de límites entre el yo y el otro. La
representación de límites, expresada mediante sueños e imágenes visuales, era resultado
de la diferenciación ‘yo’ ‘no-yo’ que el sujeto logró durante la evolución de
su análisis.
Descripción del proceso analítico
El rasgo sobresaliente del análisis del señor B era su tendencia a reiterados actings out de intensa violencia, en los que ponía en riesgo su vida y la continuidad de su análisis. Sus actuaciones presentaban su máxima gravedad mediante la velocidad con que conducía su auto. ‘B’ se involucraba también en situaciones de riesgo contrayendo deudas significativas y tenía diversas demandas judiciales que incrementaban su estado de tensión. En su análisis, las alteraciones de los horarios de las sesiones y ausencias sin aviso eran una constante. La violencia verbal estaba presente en forma de exabruptos de ira ante interpretaciones que pudieran provocarle el menor displacer. El análisis se encontraba permanentemente expuesto a amenazas de interrupción intempestivas. Sus actuaciones contenían un desafío al analista, como diciendo: "cualquier cosa que interpretes, yo seguiré haciendo lo que quiera".
Las frecuentes situaciones de riesgo que ‘B’ generaba y la agresividad contenida en sus actuaciones de extrema violencia perturbaban mi capacidad de contención de sus ansiedades. La siguiente viñeta muestra el estado de tensión que se había instaurado en la situación analítica: ‘B’ recordó un campo atravesado por un sistema de cables aéreos transmisores de corriente eléctrica de alto voltaje. Debajo de esos cables se había creado un campo de tensión electromagnético, perceptible para el ganado, por lo cual no comía los pastizales que allí crecían. El material da cuenta de cómo la tensión emocional en la relación analítica establecía un límite para ambos que impedía el establecimiento de un vínculo comensal. Cuando reflexioné sobre mi contratransferencia, advertí que las actuaciones de ‘B’ estaban ocupando mi mente en un grado mayor del que yo era conciente, y que había una distribución estática de roles en la situación analítica: un analista en el rol de testigo inerme, amenazado ante la impulsividad destructiva de un analizado amenazante. Un “baluarte”, en términos de Baranger y Baranger (1969) se había generado en el proceso.
Mediante la gravedad de sus actuaciones, ‘B’ intentaba que la mente del analista quedara exclusivamente ocupada por las preocupaciones que él generaba y que, en consecuencia, analista y analizado resultaran fusionados. Esta acción respondía a una creencia inconciente: ‘B’ suponía que, si él lograba crear en el objeto una extrema preocupación, toda posible diferenciación entre su identidad y la identidad del objeto que pudiera despertarle ansiedades de separación, sentimientos de dependencia, envidia y celos posesivos resultarían anulados; ambos, analista y analizado quedaríamos configurando una unidad indisoluble. Las nociones de límites, de separación entre sujeto y objeto, la autonomía de nuestras identidades, la diferenciación entre ‘yo’ y ‘no-yo’ quedarían anuladas si esta fantasía se concretaba. Un círculo vicioso se había creado como consecuencia de que las intervenciones del analista o sus diversas expresiones de autonomía eran experimentadas por ‘B’ como invasiones hacia su persona.
Se había generado de este modo una paradoja pragmática, por una parte, ‘B’ mostraba su sufrimiento y ansiedad mediante sus actuaciones y la necesidad de que su estado de ansiedad fuera analizado y resuelto. Pero, por otra parte, amenazaba con interrumpir el análisis si el analista intentaba analizar esas ansiedades por las que concurría al análisis. La paradoja había generado tanto en el paciente como en el analista un estado de parálisis del proceso, y en cierta medida, de mi capacidad interpretativa. El estancamiento del proceso se había transformado en una situación sin salida. Una imagen transmitida por ‘B’ da cuenta de este estado: Me siento como un hámster girando dentro de su jaula, pero sin poder avanzar.
Anzieu (1981) señala que la resolución de la paradoja requiere que la
contradicción implícita, que contienen cada uno de sus términos, sea denunciada
por el analista. Mediante el análisis constante de estas contradicciones y de
las ansiedades persecutorias y depresivas que las sustentaban, el proceso
analítico fue adquiriendo paulatina vitalidad. Fue a partir de mi propio
insight de la gravedad de este cuadro que comencé a rescatar mi autonomía y a
recuperar la función continente del análisis. Mediante el señalamiento sistemático
de las paradojas pragmáticas que ‘B’ había establecido, junto con la interpretación
de sus fantasías -tanto hostiles como libidinales- establecí nuevas premisas
imprescindibles para la continuidad de este análisis. Al evaluar las
condiciones del proceso, consideré que ‘B’ tenía recursos para comunicarse de
otro modo que no fuera el constante acting out. Su capacidad de producir
sueños, que se puso en evidencia cuando disminuyeron sus actuaciones, me llevó
a pensar que ‘B’ disponía de un sistema representacional con capacidad
suficiente para crear símbolos y utilizarlos para la comunicación de la
fantasía. Pero ‘B’ no estaba utilizando su sistema representacional, sino que
había recurrido al enactment con la finalidad de satisfacer su sadismo. Al
mismo tiempo evitaba borrar todo límite que estableciera una diferenciación
entre su propio self y el self del otro.
Le
expresé a ‘B’, en forma incesante, el carácter estéril de su comunicación
establecida por intermedio de enactments y que él estaba en condiciones de
recurrir a otras vías de comunicación aportando sueños, recuerdos, imágenes y
que sólo de este modo su análisis podía continuar. La insistencia sobre estos aspectos
llevó lentamente al cambio esperado; en forma paulatina, los enactments
comenzaron a ceder y a ser suplantados por la comunicación de representaciones,
que funcionaban como posibles indicadores de un incipiente reconocimiento de
las nociones de ‘yo’ y ‘no-yo’. Un cambio significativo se
estableció a nivel de la comunicación a partir de que ‘B’ comenzó a comunicar
sueños e imágenes transmitidas verbalmente; estos daban cuenta de una nueva
movilidad que había adquirido el proceso. Estos sueños representaban la noción
de límites y su ruptura y transgresión.
La
recuperación de la representabilidad
Un
sueño de ‘B’ marca la precariedad de su sentimiento de identidad y de cómo éste
sentía la necesidad de obturar defensivamente su identidad mediante una inaccesible
estructura defensiva que le permitiera mantenerla indemne: Me
encuentro en un predio que corresponde a la superficie de una manzana. Yo, o
alguien, ha plantado una fila de árboles en el perímetro y también una segunda
fila como barrera contra el viento. Hay también una o dos personas como agentes
de seguridad que controlan la entrada o permanencia en ese predio. Relacionó ese predio con
el recuerdo de la casa de un hombre, al que valoraba con cierta admiración por el
poder que ostentaba; lo describió como un sujeto autoritario que vivía custodiado
por guardias de seguridad. Estaba rodeado de personas dependientes y subordinadas
a él a quienes controlaba mediante un sistema de órdenes y prohibiciones.
En el sueño están presentes elementos que marcan límites
en forma acentuada. El predio está delimitado por un perímetro, existe una
primera y luego una segunda fila de árboles que tienen una función de barrera;
los agentes de seguridad, al controlar el ingreso de las personas, acentúan esa
función de límites. Es posible que la necesidad de acentuar la delimitación
espacial responda al deseo de proteger la fusión, ya establecida, con el objeto
idealizado (dueño del predio). Esas delimitaciones, tan sólidamente
establecidas, corresponden a una intención defensiva de discernir la propia
identidad puesto que, debido a la fusión con sus objetos, sus límites con ellos
resultan difusos y precarios. Esto expone al yo a experimentar estados de
desorganización determinados por angustias confusionales.
La representación de la perturbación del límite fue
también expresada cuando ‘B’ recordó que el nivel del agua de un río había
crecido en forma tan significativa que “el río se había salido de madre”.
Esta expresión refleja la mente de ‘B’ que, como el cause del río, resultaba
insuficiente para contener el flujo de sus pulsiones. La diferenciación entre
el cause del río y lo que es su entorno se pierde tanto como la diferenciación
de su sentimiento de identidad en relación con sus objetos. Muestra también el
vínculo analítico, definido en su mundo interno como un continente, el lecho
del río (la madre), desbordado e insuficiente para abarcar un contenido que
excedía sus posibilidades de contención.
En la situación analítica, los límites con los que ‘B’
pretendía preservar su precaria identidad, habían sido establecidos mediante el
condicionamiento y rechazo violento de las interpretaciones. Al ser él quien fijaba
las pautas del interpretar y al condicionar las interpretaciones, se apoderaba
de la autonomía del analista, se fusionaba con él y esto lo conducía a
experimentar angustias confusionales.
Tiempo después de este sueño ‘B’ se refirió a que el cerco de alambre que separaba
su campo del vecino se encontraba en mal estado y necesitaba ser arreglado.
Esto daba lugar a que el ganado del vecino cruzara el cerco, se alimentara en
su campo y se mezclara con el ganado propio. La referencia al ‘ganado
que cruza el cerco’ indicaba la transgresión a ese límite. Muestra cómo su identidad,
representada por su campo, se encontraba amenazada. El equivalente de esta
descripción en el espacio de la relación analítica había tenido lugar cuando
reaccionaba con violencia verbal, al experimentar las intervenciones del
analista como invasión a su privacidad. Esto coincidía con mi propia vivencia
contratransferencial de que por momentos ‘B’ experimentaba mis intervenciones
como invasión a su self. Por otra parte, su referencia al cerco también indica
un nuevo reconocimiento de un límite entre ‘yo’ y ‘no-yo’. Mediante la
reparación de ese cerco divisorio está presente la necesidad de ‘B’ de fijar
una diferenciación entre sí mismo y el otro, reinstaurar el límite y establecer
las fronteras de su identidad. Al abandonar en forma paulatina
su tendencia a la acción y utilizar, en cambio, su capacidad de representar
como nueva forma de comunicación, B me permitió investigar en su mundo interior
y especular libremente acerca de su fantasía. Su nueva modalidad de comunicarse
mediante representaciones era una forma de devolver mi autonomía de
pensamiento, de reparar mi función analítica (cerco que requiere ser arreglado)
y de restablecer conmigo un vínculo de conocimiento (K) en términos de Bion
(1962). Pero la noción de reparación se extiende al paciente mismo, en tanto es
‘B’ quien mediante la sustitución del acting out por la representación verbal está
generando la propia reparación de su psiquismo (Maldonado, 2008, 2014).
El cambio que tuvo lugar en el analista, que consistía en evitar toda
actitud que pudiera ser considerada como un aval por parte del analista a sus actuaciones
y la insistencia en el uso de los símbolos, junto con la interpretación
sistemática de la transferencia, tanto positiva como negativa, dio lugar a la
superación de un enactment mutuo. El compromiso del analista debe ser
considerado como un factor significativo para el establecimiento de los
enactments. El compromiso del analista a veces se manifiesta mediante una
excesiva tolerancia del acting out, el desempeño de un rol masoquista o la
aceptación de que el paciente sólo aporte material vacío de significación. La
conjunción de estos factores puede favorecer la detención del proceso analítico
(Maldonado 1984, 2008, 2011).
Finalmente es posible decir que como en Hans, afectado de una
neurosis, la transgresión del límite estaba dirigida a anular las prohibiciones
edípicas; pero a diferencia de Hans, en ‘B’, afectado por una personalidad
narcisista, la transgresión del límite quedaba dirigida a anular toda
diferenciación entre el sujeto y sus objetos libidinales.
Bibliografía
- Anzieu, D. (1981). La transferencia paradójica. Psicoanálisis. Revista de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires: 1-40.
- Baranger, M. and Baranger, W. (1969). La situación analítica como campo dinámico.Problemas del Campo Psicoanalítico. Buenos Aires, Ed. Kargieman, 1969.
- Bion, W.R. (1962). Learning from experience. London, Karnac Books, 1984.
- Freud, S. (1905). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans).Amorrortu Editores: Vol. X.
- Maldonado, J. L. (1984). Analyst involvement in the psychoanalytical impasse.International Journal of Psycho-Analysis. 65: 263-271.
- Maldonado, J. L. (2008). El narcisismo y el trabajo del analista. Paradojas,obstáculos y transformaciones. Buenos Aires, Editorial Lumen.
- Maldonado, J. L. (2011). The effects of negation on the analyst-analys and relationship. The paradoxes of narcissism. Chapter 7: On Freud’s Negation: 180-195. edited by Mary Kay O’Neil and Salman Akhtar. London IPA/Karnac Books.
- Maldonado, J. L. (2014). A mismatch of meaning and intentionality between analyst and analysand. International Journal of Psycho-Analysis. 95: 641-662.
Descriptores
Límites, personalidad narcisista, enactment mutuo, paradoja
Resumen
El trabajo considera el nacimiento
de la noción de límite en el historial de Freud: “El pequeño Hans” y lo compara
con la evolución de un proceso analítico que tuvo lugar desde el acting out
hacia la representación de límites. Se tratan las distintas motivaciones que
pueden establecer la noción de límite o perturbar la diferenciación ‘yo’
no-yo’.
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