EL NARCISISMO: UNA APROXIMACIÓN A SUS FRONTERAS CONCEPTUALES
Horacio Rotemberg
Referentes teóricos
El
concepto de narcisismo ha sido retrabajado desde distintos vértices desde su
teorización inicial en 1914. Por ese motivo, en su heurística, coexisten planos
complementarios que amplían la posibilidad de captar e integrar sentidos y,
así, correr fronteras significantes dentro de la compleja realidad que emana de
la práctica clínica.
El
término narcisismo, desde un punto de vista fenoménico, alude a la capacidad de
auto reconocimiento y auto convalidación que el sujeto establece paulatinamente
en el transcurso de su desarrollo.
Metapsicológicamente
se refiere a ese particular destino libidinal que establece en el sujeto una
imagen unificada de sí. Esta imagen lo cohesiona y le permite tomarse a sí
mismo como objeto de amor. Dicha representación imaginaria se convalida desde
lo vincular y su delimitación inicial está condicionada por un vínculo
específico definido por Freud como una ligazón libidinal previa a toda relación
de objeto.
Freud,
en esta definición, delimita a lo que él llama narcisismo primario, concepto
que implica una singular paradoja: a) el sujeto integra mismidad a través de un
proceso dinámicamente inconsciente denominada identificación primaria; b) este
proceso está necesariamente condicionado por una función identificante activa
proveniente del entorno humano que lo circunda; c) el infante se adueña en acto
de su corporeidad inicialmente no integrada sin que en los orígenes de este
proceso la conciencia incipiente posea la capacidad de atribuirle sentido a lo
objetal.
Ese
nuevo acto psíquico integrador, teorizado como constituyente del narcisismo
primario, se realiza inicialmente sin una concomitante delimitación de la
otredad. Este acontecimiento instala una dialéctica con el semejante en la que,
paulatinamente, irán cobrando formas la propia identidad, la objetalidad y la
coexistencia. Este proceso, a lo largo de dicha etapa primaria del narcisismo,
transcurre dentro de lo que la escuela francesa de psicoanálisis describió como
un movimiento oscilante al que denominó de alienación <> separación en el
cual el sujeto, alternativamente, se diluye en el otro y se delimita del otro.
Esta
dramática propia del narcisismo primario va a estar precedida conceptualmente,
a partir de los años 30, por una nueva dimensión narcisista. Esta dimensión
Freud la consigna en su Esquema del Psicoanálisis bajo la denominación de
Narcisismo Primario Absoluto. Esta nueva perspectiva introduce un cambio en la
comprensión de los procesos de consolidación narcisista.
En
este narcisismo primario absoluto, al ser conceptualmente una fase primordial
de un psiquismo incipiente, la libido inviste a una estructura aún no cohesiva,
básicamente auto erótica, con esbozos parciales y transitorios de integración.
La
presencia vinculante, estructurante, del otro es la que promueve en el proto
sujeto una dialéctica paulatinamente intersubjetiva.
Esta dialéctica es la que orienta a la libido narcisista
hacia la unificación de los esbozos de subjetividad inicialmente dispersos.
La
estabilización unificante se da en el contexto de los procesos propios del
estadio del espejo teorizado por Lacan, estadio a nuestro entender tributario
del narcisismo primario freudiano. Esta nueva fase, a partir de los años 30,
deviene conceptualmente segunda en cuanto al orden de aparición.
La
transformación que lleva del narcisismo originario al primario puede ser
perturbada por la incidencia, a lo largo de este tránsito, de acontecimientos
traumáticos que perturben una apropiada integración subjetiva. Este acaecer
puede determinar una falla radical tanto en la delimitación del sí mismo como
en la capacidad de construir realidad consensual.
A partir
del momento en el que la dialéctica narcisisante especular logra estabilizar la
unificación subjetiva el mecanismo de identificación secundaria es el que, en
la continuidad existencial, se encarga de consolidar a la estructura psíquica.
Este
nuevo mecanismo inaugura la etapa del llamado narcisismo secundario.
En
esta fase se integran a la identidad básica diversos rasgos caracterológicos
producto de los intercambios vinculares.
Estos
rasgos enriquecen y complejizan la estructura caracterológica del Yo; lo
consolidan en su capacidad operativa de discernir su propia realidad
existencial en conjunción con la de construir realidad exterior.
La
resolución del Complejo de Edipo parte aguas dentro de dicha dinámica. El
narcisismo secundario post edípico está regido por la inclusión del Ideal del
Yo/Super Yo en la estructura psíquica. A partir de esta resultante el
sentimiento de sí y la autoestima – ambos expresiones de un narcisismo
secundario evolucionado en torno a ideales éticos – van a estar regulados por
una nueva sub estructura psíquica heredera del narcisismo originario y de los
códigos morales del entorno.
El
sujeto pasa a depender de un código valorativo interno que tamiza y relativiza
en mayor o menor medida las influencias externas subsiguientes.
Por
todo lo antedicho las cuatro fases por las que atraviesa el narcisismo en su
derrotero epigenético – la originaria, la primaria y la secundaria en sus dos
dimensiones: pre y post edípica – conforman jalones evolutivos que, al fijarse,
condicionan distintos destinos psicopatológicos y, cuando se transitan
exitosamente, le facilitan al sujeto como colofón el auto reconocimiento
convalidante de sí mismo.
Las
transformaciones narcisistas, una vez consolidadas, sostienen la identidad
subjetiva desde un basamento tópicamente inconsciente que incluye tanto a
sectores del Yo como del Super Yo.
La
teorización sobre el narcisismo, al ser tributaria de conceptos psicoanalíticos
fundantes – la psicosexualidad y la tópica inconsciente en sus sucesivas transformaciones en el decurso de los procesos
de estructuración subjetiva – amplía las fronteras comprensivas dentro de la
práctica clínica.
El narcisismo y su impronta
en la clínica
Las
sucesivas transformaciones de un narcisismo que, en su devenir, complejiza y
sostiene a las cualidades subjetivas, cualidades que varían de fase en fase,
habilitan las siguientes apostillas teórico-clínicas:
Narcisismo Primario Absoluto: A este narcisismo se lo puede denominar originario ya que sostiene desde sus orígenes el devenir de la constitución subjetiva.
La
fijación en esta fase, en la que la estructura psíquica aún no está organizada,
implica diversos déficits en la cohesión subjetiva y perturbaciones en la consolidación de una identidad básica
que integre el psique soma.
Desde
un punto de vista psicopatológico la ausencia de una identidad básica
integradora de la subjetividad es ostensible en la estructuración propia del
autismo esencial, aquel que sostiene las manifestaciones subjetivas
predominantemente desde prácticas autoeróticas sin que se alcance una identidad
cohesionante.
Los
procesos regresivos que reactualizan esta fase originaria del narcisismo se
observan en el decurso del brote esquizofrénico. Al desencadenarse el episodio
psicótico el sujeto pierde los referentes identitarios que lo estabilizaban
precariamente sobre la base de vínculos narcisistas fusionales. La pérdida de
estos vínculos fractura el precario orden estructural alcanzado siendo
impredecibles las vías restitutivas ulteriores.
Narcisismo Primario: La dialéctica alienación<>separación propia de esta fase participa en la conformación de aquellos vínculos enajenantes que estabilizan al sujeto durante el período previo al estallido estructural propio del brote esquizofrénico.
La
fijación a esta fase narcisista también se observa en la modalidad paranoica de
estabilización, modalidad que opera como conjuro y resguardo frente a la
amenaza estructural que pende sobre la propia existencia. Si al inquietante
influjo del otro no se lo neutraliza con “armas” apropiadas este influjo
adquiere un sentido ominoso relacionado con la invasión y expropiación del
propio espacio existencial.
Los
ciclos melancólicos, a su vez, evidencian una lábil integración
psique<>soma resultante de procesos subjetivantes que no alcanzan a
conferirle una genuina autonomía al sujeto dentro de la dialéctica
separación<>individuación. El desencadenamiento del ciclo melancólico
promueve, inexorablemente, una vivencia de derrumbe vital. En ese acontecer, la
inestable ligadura libidinal narcisista de la propia imagen deja de operar como
factor cohesivo de un proyecto existencial posible.
Narcisismo Secundario Pre Edípico: El decurso fallido de esta etapa está condicionado por múltiples acontecimientos traumáticos de difícil elaboración. Sus incidencias promueven diversas estructuraciones caracterológicas que se estabilizan sobre la base del mecanismo de la desmentida.
Estos
caracteres, por carecer de un Ideal del Yo como referencia, no son capaces de
generar proyecto autónomos de largo aliento en los que se equilibren el cuidado
del sí mismo y del otro, En estos sujetos coexisten escindidos engramas
perturbadores que, al activarse frente a ciertos estímulos significantes,
promueven estados de conciencia intolerables que se desmienten promoviendo
diversos pasajes al acto y una variedad de estrategias adaptativas “como sí”.
Este
es el campo propio de las denominadas neurosis narcisistas. Dentro de esta
delimitación nosológica coexisten una variada gama de entidades clínicas que
van desde las estructuras denominadas fronterizas, con sus conjuntos de
abigarradas manifestaciones, hasta las modalidades perversas de estabilización.
Narcisismo Secundario Post Edípico: Las estructuras caracterológicas surgidas en esta etapa tienen como basamento libidinal a un narcisismo sostenido por la operatoria reguladora e integradora del Ideal del Yo/Super Yo. Esta instancia es la encargada de modular el sentimiento de sí y la auto estima, sentimientos que se convalidan en el devenir de proyectos existenciales en los que predominan la capacidad reflexivo-simbólica y el criterio de realidad.
Sus
aspectos fallidos derivan de una inapropiada resolución del Complejo de Edipo.
La misma no asegura un cauce apropiado para la circulación de deseos ni
promueve una apropiada consolidación de la identidad de género. Dicha
conjunción genera la dimensión conflictiva que es propia de las así denominadas
psiconeurosis de transferencia.
Interrogantes
¿Se
puede afirmar que la teorización freudiana sobre el narcisismo sostiene la idea
que en el origen de la vida psíquica el infante es equiparable a una mónada
autosuficiente – perspectiva que algunos psicoanalistas le atribuyen a la
conceptualización freudiana – siendo que Freud subraya taxativamente que la
prematurez del infante humano hace imposible su desarrollo autónomo ya que, en
el estadio originario de narcisismo primario absoluto no está aún conformado
como una unidad operativamente integrada?
¿Es posible
plantear, a partir del valor determinante que le confiere Freud a la incidencia
de la tópica inconsciente sobre la vida de relación, que la perspectiva
freudiana desconoce el papel fundante de los vínculos instituyentes dentro de
la epigénesis constitutiva de la subjetividad y el efecto condicionante que la
realidad exterior ejerce sobre las manifestaciones subjetivas tal como lo
ejemplifica en el caso Dora?
El
lugar conceptual que la transferencia ocupa en la técnica psicoanalítica: ¿No
ubica a lo vincular tanto en el origen del sufrimiento como en la resolución
del mismo?
La concepción freudiana sobre la novela
familiar y la bioniana sobre la hilera mítica: ¿No plantean que la fantasmática
inconsciente está condicionada, en su papel significante, por el basamento
narcisista que la sostiene, siendo ese basamento el reaseguro de una
continuidad vital subjetiva? Desde esta perspectiva, la construcción
fantasmática, ¿No deviene necesariamente el correlato existencial, vivencial,
de una pulsión que, a la par que inviste al sí mismo le da un lugar dentro de
un mundo significante? Esta perspectiva: ¿No incluye al conjunto
representacional-afectivo propio de toda subjetividad como un producto de
sucesivas transformaciones vivenciales que modulan el ser trascendiendo lo
constitucional?
Por
lo antedicho: ¿No es el psicoanálisis desde sus orígenes una teoría
ostensiblemente intersubjetivista, aun cuando dicho término obtenga recién
carta de ciudadanía psicoanalítica en la era conceptual post freudiana?
Bibliografía
- Bion, W. R. (1990): Una Teoría del Pensamiento, En Volviendo a Pensar. Buenos Aires Horme.
- (1997): La Tabla y la Cesura México Gedisa.
- Freud, S. (1992): Introducción del Narcisismo, Etcheverry (Traduc.) Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. XIV, pp. 65-98) Buenos Aires Amorrortu (Trabajo original publicado 1914).
- (1993): Esquema de Psicoanálisis Etcheverry (Traduc.) Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. XXIII, pp. 133-207 Buenos Aires Amorrortu (Trabajo original Publicado 1940.
- Lacan, J. (1971): El estadio del espejo como formador de la función del Yo tal como se nos revela en la experiencia analítica. Escritos I (pp. 11-18) México Siglo XXI (Trabajo original Publicado 1949).
- Miller, J.A. (2014): La Psicosis Ordinaria Buenos Aires Paidos.
- Rotemberg, H. (2006): Estructuración de la Subjetividad Buenos Aires Ediciones del Signo.
- (2015): Envidia y Narcisismo: La Pulsión y sus Vicisitudes Trabajo presentado en el Ateneo Clínico de APdeBA (6/X/2015)
Descriptores
Narcisismo
– Narcisismo Originario – Epigénesis – Clínica Psicoanalítica.
Resumen
El
texto define al narcisismo como uno de los destinos de pulsión, aquel que toma
como objeto libidinal al sí mismo. Describe el desarrollo epigenético del
movimiento libidinal narcisista y conceptualiza dentro del mismo cuatro fases:
a) la del narcisismo originario; b) la del narcisismo primario; c) la del
narcisismo secundario pre edípico; d) la del narcisismo secundario post
edípico.
El
concepto de fijación aplicado a cada una de estas etapas facilita la
delimitación de los distintos destinos estructurales psicopatológicos. Esta
conceptualización facilita la comprensión meta psicológica de las diversas
estructuras clínicas contribuyendo al armado de una nosología psicoanalítica.
El
escrito incluye una serie de interrogantes con el fin de subrayar que el
psicoanálisis es, desde la teorización freudiana, una teoría ostensiblemente
intersubjetiva, por más que dicho término se incluya en el vocabulario
psicoanalítico recién en la era post freudiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario