lunes, 3 de junio de 2019

CONTRIBUCIONES - Ricardo Avenburg


LAS FRONTERAS EN PSICOANÁLISIS (CONSIDERACIONES METAPSICOLÓGICAS)
Ricardo Avenburg


       El término frontera remite a los límites de un estado, o sea a consideraciones geográficas y, por lo tanto, a los límites de una superficie. En relación al psicoanálisis apunta especialmente a una tópica más que a las consideraciones económicas y dinámicas.

          Pero antes de llegar a la topografía psíquica partamos de la frontera entre lo inorgánico y lo orgánico. Como dice Freud en “Más allá del principio del placer” la vida surge cuando, a consecuencia de circunstancias meteorológicas que no conocemos, sobre la superficie de lo inorgánico aparece la primera célula viviente. Trabajando Freud con la hipótesis de que los instintos son conservadores la tendencia de la primera célula fue retornar a lo inorgánico, expresión de un instinto de muerte. Pero, en tanto las circunstancias meteorológicas se mantuvieron, fueron apareciendo nuevas células y acá surge el instinto de vida: la tendencia, en tanto conservadora, a volver a la unidad originaria de la vida, instinto al que llamó Eros. A partir de ese momento ambos  instintos entraron en una dialéctica: viviendo se muere y en tanto se muere se vive. Dentro de esta frontera (no psicológica) se va desarrollando la vida. Cada nuevo nivel de organización establece una nueva frontera, que convive con las anteriores.

       Al principio la reproducción se produce por división celular sin quedar residuos hasta que, en un momento más desarrollado de la vida, la reproducción se acompaña con la presencia de un individuo esencial para la misma.  Y se plantea la aparición de una dialéctica instintiva más desarrollada que presupone, supongo, infinidad de otras: el instinto que tiende a conservar al individuo,  instinto de autoconservación, diferenciado del instinto sexual, el de la conservación de la especie.

       Es un hecho aún no psicológico, pero es básico en la conceptualización del psicoanálisis por lo siguiente: el instinto de autoconservación no es desplazable a otros campos que los que cumplen directamente la acción específica; para la conservación de la vida del individuo es necesario respirar, alimentarse, defecar, etc. La meta final del instinto sexual es la relación sexual necesaria para la reproducción de la especie, pero si dejamos de lado esta meta, puede satisfacerse de modo desplazado.

      ¿Cómo se pasa la frontera de lo biológico para devenir un hecho psicológico? Con  la aparición, ante la exigencia del instinto, de la alucinación, que reproduce una primera satisfacción instintiva (ver Freud: “Proyecto para una psicología”). Al principio la alucinación satisface ambos instintos, que, con desarrollo ulterior, se van diferenciando. Con la primera alucinación desiderativa se establece el principio psicológico del placer-displacer, para mí, el primer principio psicológico (no sé si Freud diría lo mismo o si lo piensa ya a nivel biológico: en “Más allá del principio del placer” lo refiere presente ya en la ameba).

    Pero el principio del placer-displacer, para poder cumplirse, debe adecuarse a la realidad, o sea que ha de respetar esta nueva frontera dada por el principio de realidad (por supuesto que dejo de lado aquí cómo se satisfacen los instintos de los organismos de menos nivel de organización). En principio los que adecuarán las necesidades de los niños son los padres (o adultos en general).

         Esto se da hasta que aparece una nueva frontera: el yo. Primero el yo real primitivo, que empieza a diferenciar el mundo interior del exterior a través de la acción de la fuga del estímulo (si con la acción de fuga el estímulo deja de percibirse, es categorizado como exterior, de lo contrario, es interior). Tratando de integrar el yo con el principio de placer aparece la nueva frontera del “yo de placer purificado”, la proyección del displacer hacia el mundo exterior, nivel de reubicación de cada principio que termina corrigiéndose en esta nueva frontera que es “yo de realidad definitivo” en que el placer y el displacer dependen de otras condiciones que el de ser interior o exterior al organismo.

       Cada frontera es el pasaje de un nivel de integración psíquica (de representaciones y descargas motoras) en el que se desarrolla el lenguaje que, al principio se expresa en las descargas afectivas y poco a poco se va integrando, pasando por el animismo, al lenguaje de la palabra hablada (Prec. que se expresa en el lenguaje consciente).

      Hasta aquí, en cada frontera se desarrolla un nuevo nivel de aprendizaje. Pero todo esto es hasta un cierto punto. En el período de latencia aparece una frontera que no deja pasar ciertos deseos que son expresión de instintos muy básicos: se impone el tabú del incesto que hace que muchas representaciones no puedan desplegarse, hacerse conscientes, sufren una represión. Quiero aclarar: para represión, la palabra alemana que usa Freud es Verdrängung, que es muy difícil de traducir y que quiere decir: “sustitución y desplazamiento”. Se desplaza, se saca del lugar (de la tópica original) la imagen desiderativa sexual de la madre o del padre, y se sustituye por la amenaza de castración (en la mujer el miedo a la pérdida de amor) que genera terror y obliga a una regresión a las representaciones prohibidas que tratarán de expresarse por vías inconscientes (más allá de la palabra, no preconscientes) generando la disposición a la neurosis. ¡Por esta frontera no se puede pasar! ¿Y quién lo dice? En principio el padre que tiende a ser desplazado (y aniquilado) por el deseo incestuoso. Se establece aquí una frontera infranqueable ya recibida filogenéticamente, según la hipótesis de Freud, a partir del asesinato del padre de la horda primitiva, que devino en el superyo que impone el tabú del incesto y muchos otros tabúes que, en última instancia, están asociados a ese primer tabú.

          ¿Qué hacemos con eso? Acá aparece el psicoanálisis, descomponer los efectos de ese desplazamiento original para volver a colocar cada cosa en el lugar que le corresponde, hasta donde se pueda; pienso que el objetivo es la integración del yo con el ello y colocar cada mandato del superyo al servicio del yo y en relación con la realidad.

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