viernes, 7 de junio de 2019

CONTRIBUCIONES - Adrián Liberman


CUANDO LA GEOGRAFÎA DEJA DE SER FRONTERA
Adrián Liberman 
Sociedad Psicoanalìtica de Caracas


“Los amigos del barrio pueden desaparecer,
Los cantores de radio pueden desaparecer.
Los que estàn en los diarios pueden desaparecer,
La persona que amas puede desaparecer”
Charly Garcìa, “Los Dinosaurios”


1.- La geografìa polìtica, la existencia de paìses y naciones relativamente estables en el tiempo, impregnò el primer siglo de la pràctica del psicoanàlisis, permitiò la posibilidad de trazar lìmites fijos, derivados tanto de la relativa invariabilidad de los modelos tècnicos para ello, como por algunas caracterìsticas del “donde” para ello. Aunque existieron convulsiones polìticas, tales como las dos Guerras Mundiales, y flujos migratorios de diversa ìndole, ser practicante del psicoanàlisis se enmarcaba dentro de un escenario comùn para analista y analizante, denominado “paìs”. La estabilidad de las instituciones y los grados de libertad en la circulaciòn de las ideas creaban una vivencia de marco invariante para regular la pràctica del psicoanàlisis y los vìnculos entre sus practicantes. La geografìa era frontera y lubricante simultàneamente. Propongo una versiòn de la geografìa que abarca no solo los hitos fìsicos, como de orden cultural, social, econòmico que distinguen un paìs de otro. Por razones personales tomarè el proceso de licuefacciòn  de Venezuela, y algunos de los “como” de su rarificaciòn geogràfica permiten pensar lugares de ello como frontera en la pràctica del psicoanàlisis. Como la deriva de una Naciòn hacia un espacio opaco disfuncional para sostener la vida humana es una interpelaciòn de la geografìa en su funciòn de lìmite...

2.- Paìs es un significante polisèmico, como todos, pero que hace referencia a una acepciòn de un objeto comùn, una construcciòn de lo imaginario que alude a una relativa invarianza, que inscribe culturalmente y polìticamente la forma en que la cura y su direcciòn se enmarcan. Es una referencia destinada a hacerse “sorda”, un “ruido blanco”, trasfondo que en la vivencia de ser compartido por ambos miembros de la dupla, permite un lazo de mutuo reconocimiento sobre el cual resaltarà lo idiosincràtico del discurso inconciente de cada quièn. Sirve de punto cardinal para marcar los “adentro” y “afuera” que luego puede que se revelen inanes.

3.- Con sus particularidades que impregnan los usos del lazo social, a la comunalidad linguìstica, a los juegos de espejos de las identificaciones y los aspectos imaginarios de la transferencia, el “paìs” brinda (o brindaba) la experiencia de un objeto comùn, una suerte de conjunto de señales fijas, que permitìan la vivencia de ser iguales (en tanto habitantes y ciudadanos) del goce de derechos equivalentes y a la par, permitir la emergencia de lo ùnico, agalmàtico en cada quien, a lo largo de la travesìa analìtica.

4.- Pero ademàs, la constancia de ese referente, ademàs de funcionar como nivel de encuadre, permitìa generalmente la vivencia del anàlisis como un espacio imposible de ser penetrado, sacudido por variaciones provenientes de àmbitos sociales, econòmicos, y especialmente geogràficos, denotando una “constancia” particularmente valorada. Las nociones que establecìan paralelos entre el ùtero materno y el consultorio analìtico, escenario de regresiones, puestas en escena de deconstrucciones de todo orden y emergencias de fantasmas inconcientes, contaba con la seguridad que, terminada la sesiòn, el paìs y el “orden” persistìan, El paìs existìa antes y despuès de la sesiòn analìtica. Se “entraba” a sesiòn y se “salìa” al paìs al terminar. Los tèrminos culturales del encuadre que reglaban el vìnculo casi nunca eran sacudidos por cataclismos que implicasen una transformaciòn catastròfica de los màrgenes de referencias vitales compartidas.

5.- Dentro de contextos asì, podìa establecerse una categorizaciòn rìgida entre el “adentro” y el “afuera”, lo pùblico y lo privado, lo individual y lo colectivo. Los practicantes del psicoanàlisis podìan perfectamente discurrir dentro de una pràctica donde las alusiones a otras esferas eran reconducidas, a veces de manera dogmàtica, a metàforas del mundo pulsional del analizante. En medio de estas invarianzas, era imposible figurarse que la calle irrumpiera dentro de la controlada calma de los consultorios. Generalmente se contaba con membranas que filtraban la emergencia del caos, puesta en la convicciòn de la permanencia en el tiempo del “paìs” y sus reglas.

6.- En contraste a todo lo anterior, la deriva disolvente de Venezuela como marco estable de un Estado de Derecho, su entropìa creciente conducente a ser un Estado Fallido, introducen algunas consideraciones a hacer. Puntuaciones atinentes a ser venezolano y practicante del psicoanàlisis. Y tambièn a preguntarse a la funciòn de frontera, lìmite, que la nociòn de paìs tiene para la escucha del inconciente:
.- Lo pùblico y lo privado perdieron su valor de absolutos. Los acontecimientos, en su intensidad como en su frecuencia, el caràcter disolvente de derechos y libertades de todo orden, fue haciendo de las paredes de los consultorios, membranas porosas. Con la interpenetraciòn creciente de los òrdenes de vivencia y reflexiòn posibles en analistas y analizantes, el marco comùn dejò de ser “sordo” para hacerse a veces “ensordecedor”. Una nueva topologìa surgiò sin aviso previo, donde ràpidamente se podìa pasar de estar “dentro” a estar “afuera”, cual cinta de de Moebius.
.- El “paìs”, en la acepciòn de objeto comùn mencionada anteriormente, reclamò, y no siempre recibiò, palabras que invistieran los sucesos de una lògica que permitiera ser elaborados y no solo pasajes al acto, desmantelamiento puro de las verdades sostenidas.Sùbitamente,  los analistas fueron interpelados por analizantes en lo individual y como miembros de instituciones cientìficas en lo gremial  por un otro que sentìa constantemente a la red que lo sostenìa, desanudarse. Ese otro interpelaba al analista en su intersecciòn de practicante del inconciente y de ciudadano. Es decir, apelando a esa dimensiòn de geografìa comùn, de gentilicio compartido, de rol ciudadano asumido (o por asumir) para entender la locura corriente que arropaba a todos. El paso del sillòn, o el divàn  a la plaza pùblica y viceversa se convirtiò en marca de ciudadanìa. O de falta de ella…
El significante “situaciòn-paìs” se hizo una condensaciòn del grado de malestar compartido entre ciudadanos, metonimia difìcil de desentrañar de la demanda de sentir que “se comparte el mismo bote” aunque en remos distintos..
.- La geografìa, como conjunto de convenciones acerca de lugares, deudas y derechos, se difuminò, hasta dejar de ser frontera vàlida, referente constante, para hacerse relativismo, un “todo vale” en su versiòn ominosa que “nada vale” ni hoy, ni mañana.
.- La economìa del paìs, en su vertiente de hiperinflaciòn, de depresiòn, de pulverizaciòn de la moneda puso en jaque que los referentes entre precio y valor del trabajo analìtico tuvieran sentido por màs de 24 horas. La precarizaciòn del trabajo aboliò pretendidas certezas provenientes del ejercicio analìtico o de su ausencia.
.- Aspectos marginales en marcos civilizados, tales como disponibilidad de agua corriente, luz elèctrica, combustible etc. dejaron de ser parte del “mapa” para hacerse mòviles, aleatorios, condicionantes de aspectos tales como frecuencia de las sesiones, lugar de las mismas, duraciòn. La licuefacciòn de la realidad lleva a la irrupciòn de lo Real, lo impensado en un procedimiento diseñado para ser brùjula, artefacto orientador para la experiencia en la bùsqueda de la verdad de cada quièn….
.- La disoluciòn geogràfica tambièn incide en los lìmites en las formas que analistas e Instituciones analìticas se ponen en relaciòn. Imposibilidad de cumplir con calendarios de actividades, seminarios, contar con electricidad, Internet, transporte, producen “exilios” temporales o definitivos entre analistas y sociedades, candidatos y profesores, instituciones y el marco social en el que se insertan.

7.- En el proceso de rarificaciòn de la geografìa, de nebulizaciòn de un paìs como escenografìa fija, los procesos de migraciòn, tanto de analistas como de analizantes reclama un estatuto propio. Los medios de comunicaciòn digitales permiten la pervivencia de un proceso analìtico donde antes ambos cuerpos y mentes, coincidìan en tiempo y espacio nacional. Hoy puede hacerse abstracciòn de ello, al menos en lo material, pero las cuerdas de la identidad imaginaria a un sustrato comùn siguen siendo necesarias. Los mapas polìticos pueden pasar a ser catàlogos de nombres sin funcionalidad concreta ninguna, pero la geografìa hecha de la nociòn de identificaciones compartidas no puede abandonarse.

8.- Mientras la globalizaciòn y la digitalizaciòn apuntarìan un cosmopolitismo que prescinda de las marcas de las nacionalidades, tanto para conducir un anàlisis como para inscribirse en el marco de sociedades psicoanalìticas, las geografìas insisten en hacer borde, frontera para ello.

9.- En tiempos de nacionalismos exacerbados, las vallas erigidas por los narcicismos son las aduanas màs difìciles de evadir…

Miami, mayo 2019.




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