CUANDO LA GEOGRAFÎA DEJA DE SER FRONTERA
Adrián Liberman
Sociedad
Psicoanalìtica de Caracas
“Los
amigos del barrio pueden desaparecer,
Los cantores de radio pueden desaparecer.
Los que estàn en los diarios pueden desaparecer,
La persona que amas puede desaparecer”
Charly Garcìa, “Los Dinosaurios”
1.- La geografìa polìtica, la
existencia de paìses y naciones relativamente estables en el tiempo, impregnò
el primer siglo de la pràctica del psicoanàlisis, permitiò la posibilidad de
trazar lìmites fijos, derivados tanto de la relativa invariabilidad de los
modelos tècnicos para ello, como por algunas caracterìsticas del “donde” para
ello. Aunque existieron convulsiones polìticas, tales como las dos Guerras
Mundiales, y flujos migratorios de diversa ìndole, ser practicante del
psicoanàlisis se enmarcaba dentro de un escenario comùn para analista y
analizante, denominado “paìs”. La estabilidad de las instituciones y los grados
de libertad en la circulaciòn de las ideas creaban una vivencia de marco
invariante para regular la pràctica del psicoanàlisis y los vìnculos entre sus
practicantes. La geografìa era frontera y lubricante simultàneamente. Propongo una versiòn de la geografìa que
abarca no solo los hitos fìsicos, como de orden cultural, social, econòmico que
distinguen un paìs de otro. Por razones personales tomarè el proceso de
licuefacciòn de Venezuela, y algunos de
los “como” de su rarificaciòn geogràfica permiten pensar lugares de ello como
frontera en la pràctica del psicoanàlisis. Como la deriva de una Naciòn hacia
un espacio opaco disfuncional para sostener la vida humana es una interpelaciòn
de la geografìa en su funciòn de lìmite...
2.- Paìs es un significante
polisèmico, como todos, pero que hace referencia a una acepciòn de un objeto
comùn, una construcciòn de lo imaginario que alude a una relativa invarianza,
que inscribe culturalmente y polìticamente la forma en que la cura y su
direcciòn se enmarcan. Es una referencia destinada a hacerse “sorda”, un “ruido
blanco”, trasfondo que en la vivencia de ser compartido por ambos miembros de
la dupla, permite un lazo de mutuo reconocimiento sobre el cual resaltarà lo
idiosincràtico del discurso inconciente de cada quièn. Sirve de punto cardinal
para marcar los “adentro” y “afuera” que luego puede que se revelen inanes.
3.- Con sus particularidades que
impregnan los usos del lazo social, a la comunalidad linguìstica, a los juegos
de espejos de las identificaciones y los aspectos imaginarios de la
transferencia, el “paìs” brinda (o brindaba) la experiencia de un objeto comùn,
una suerte de conjunto de señales fijas, que permitìan la vivencia de ser
iguales (en tanto habitantes y ciudadanos) del goce de derechos equivalentes y
a la par, permitir la emergencia de lo ùnico, agalmàtico en cada quien, a lo
largo de la travesìa analìtica.
4.- Pero ademàs, la constancia de ese
referente, ademàs de funcionar como nivel de encuadre, permitìa generalmente la
vivencia del anàlisis como un espacio imposible de ser penetrado, sacudido por
variaciones provenientes de àmbitos sociales, econòmicos, y especialmente
geogràficos, denotando una “constancia” particularmente valorada. Las nociones
que establecìan paralelos entre el ùtero materno y el consultorio analìtico,
escenario de regresiones, puestas en escena de deconstrucciones de todo orden y
emergencias de fantasmas inconcientes, contaba con la seguridad que, terminada
la sesiòn, el paìs y el “orden” persistìan, El paìs existìa antes y despuès de
la sesiòn analìtica. Se “entraba” a sesiòn y se “salìa” al paìs al terminar. Los
tèrminos culturales del encuadre que reglaban el vìnculo casi nunca eran
sacudidos por cataclismos que implicasen una transformaciòn catastròfica de los
màrgenes de referencias vitales compartidas.
5.- Dentro de contextos asì, podìa
establecerse una categorizaciòn rìgida entre el “adentro” y el “afuera”, lo
pùblico y lo privado, lo individual y lo colectivo. Los practicantes del
psicoanàlisis podìan perfectamente discurrir dentro de una pràctica donde las
alusiones a otras esferas eran reconducidas, a veces de manera dogmàtica, a
metàforas del mundo pulsional del analizante. En medio de estas invarianzas,
era imposible figurarse que la calle irrumpiera dentro de la controlada calma
de los consultorios. Generalmente se contaba con membranas que filtraban la
emergencia del caos, puesta en la convicciòn de la permanencia en el tiempo del
“paìs” y sus reglas.
6.- En contraste a todo lo anterior,
la deriva disolvente de Venezuela como marco estable de un Estado de Derecho,
su entropìa creciente conducente a ser un Estado Fallido, introducen algunas
consideraciones a hacer. Puntuaciones atinentes a ser venezolano y practicante
del psicoanàlisis. Y tambièn a preguntarse a la funciòn de frontera, lìmite,
que la nociòn de paìs tiene para la escucha del inconciente:
.- Lo pùblico y lo privado perdieron
su valor de absolutos. Los acontecimientos, en su intensidad como en su
frecuencia, el caràcter disolvente de derechos y libertades de todo orden, fue
haciendo de las paredes de los consultorios, membranas porosas. Con la
interpenetraciòn creciente de los òrdenes de vivencia y reflexiòn posibles en
analistas y analizantes, el marco comùn dejò de ser “sordo” para hacerse a
veces “ensordecedor”. Una nueva topologìa surgiò sin aviso previo, donde ràpidamente
se podìa pasar de estar “dentro” a estar “afuera”, cual cinta de de Moebius.
.- El “paìs”, en la acepciòn de
objeto comùn mencionada anteriormente, reclamò, y no siempre recibiò, palabras
que invistieran los sucesos de una lògica que permitiera ser elaborados y no
solo pasajes al acto, desmantelamiento puro de las verdades
sostenidas.Sùbitamente, los analistas
fueron interpelados por analizantes en lo individual y como miembros de
instituciones cientìficas en lo gremial
por un otro que sentìa constantemente a la red que lo sostenìa,
desanudarse. Ese otro interpelaba al analista en su intersecciòn de practicante
del inconciente y de ciudadano. Es decir, apelando a esa dimensiòn de geografìa
comùn, de gentilicio compartido, de rol ciudadano asumido (o por asumir) para
entender la locura corriente que arropaba a todos. El paso del sillòn, o el
divàn a la plaza pùblica y viceversa se
convirtiò en marca de ciudadanìa. O de falta de ella…
El significante “situaciòn-paìs” se
hizo una condensaciòn del grado de malestar compartido entre ciudadanos,
metonimia difìcil de desentrañar de la demanda de sentir que “se comparte el
mismo bote” aunque en remos distintos..
.- La geografìa, como conjunto de
convenciones acerca de lugares, deudas y derechos, se difuminò, hasta dejar de
ser frontera vàlida, referente constante, para hacerse relativismo, un “todo
vale” en su versiòn ominosa que “nada vale” ni hoy, ni mañana.
.- La economìa del paìs, en su
vertiente de hiperinflaciòn, de depresiòn, de pulverizaciòn de la moneda puso
en jaque que los referentes entre precio y valor del trabajo analìtico tuvieran
sentido por màs de 24 horas. La precarizaciòn del trabajo aboliò pretendidas
certezas provenientes del ejercicio analìtico o de su ausencia.
.- Aspectos marginales en marcos
civilizados, tales como disponibilidad de agua corriente, luz elèctrica,
combustible etc. dejaron de ser parte del “mapa” para hacerse mòviles,
aleatorios, condicionantes de aspectos tales como frecuencia de las sesiones,
lugar de las mismas, duraciòn. La licuefacciòn de la realidad lleva a la
irrupciòn de lo Real, lo impensado en un procedimiento diseñado para ser
brùjula, artefacto orientador para la experiencia en la bùsqueda de la verdad
de cada quièn….
.- La disoluciòn geogràfica tambièn
incide en los lìmites en las formas que analistas e Instituciones analìticas se
ponen en relaciòn. Imposibilidad de cumplir con calendarios de actividades,
seminarios, contar con electricidad, Internet, transporte, producen “exilios”
temporales o definitivos entre analistas y sociedades, candidatos y profesores,
instituciones y el marco social en el que se insertan.
7.- En el proceso de rarificaciòn de
la geografìa, de nebulizaciòn de un paìs como escenografìa fija, los procesos
de migraciòn, tanto de analistas como de analizantes reclama un estatuto
propio. Los medios de comunicaciòn digitales permiten la pervivencia de un
proceso analìtico donde antes ambos cuerpos y mentes, coincidìan en tiempo y
espacio nacional. Hoy puede hacerse abstracciòn de ello, al menos en lo
material, pero las cuerdas de la identidad imaginaria a un sustrato comùn
siguen siendo necesarias. Los mapas polìticos pueden pasar a ser catàlogos de
nombres sin funcionalidad concreta ninguna, pero la geografìa hecha de la
nociòn de identificaciones compartidas no puede abandonarse.
8.- Mientras la globalizaciòn y la
digitalizaciòn apuntarìan un cosmopolitismo que prescinda de las marcas de las
nacionalidades, tanto para conducir un anàlisis como para inscribirse en el
marco de sociedades psicoanalìticas, las geografìas insisten en hacer borde,
frontera para ello.
9.- En tiempos de nacionalismos
exacerbados, las vallas erigidas por los narcicismos son las aduanas màs
difìciles de evadir…
Miami, mayo 2019.
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